El tercio de varas es el eje de la lidia, entre otras razones, porque en él se practica la prueba definitiva de la bravura del toro. Los tentaderos en el campo le sirven al ganadero para efectuar la selección de las reses, pero no bastan para marcar el rumbo de la ganadería. La lidia, y dentro de la lidia principalmente el tercio de varas serán el gran tentadero, el testimonio irrefutable y definitivo de si aquella selcción está bien hecha o debe modificarse con cruzas distintas de vacas y sementales.
El mundillo profesional taurino se muestra mayoritariamente partidario de que el tercio de varas lo dirija el matador de turno y sea él quien decida cuántos puyazos debe recibir el toro. Es una muestra entre tantas , de la cortedad de miras de esos profesionales. En efecto, el matador podría determinar que el toro reciba dos puyazos, o uno, o ninguno, para el mejor lucimieto de su faena, pero este propósito coyuntural, además de que atenta contra la plenitud del espectáculo, puede producir el efecto irreparable de arruinar la correcta selección de la ganadería de bravo.
Joaquín Vidal (El Toreo es Grandeza)
El mundillo profesional taurino se muestra mayoritariamente partidario de que el tercio de varas lo dirija el matador de turno y sea él quien decida cuántos puyazos debe recibir el toro. Es una muestra entre tantas , de la cortedad de miras de esos profesionales. En efecto, el matador podría determinar que el toro reciba dos puyazos, o uno, o ninguno, para el mejor lucimieto de su faena, pero este propósito coyuntural, además de que atenta contra la plenitud del espectáculo, puede producir el efecto irreparable de arruinar la correcta selección de la ganadería de bravo.
Joaquín Vidal (El Toreo es Grandeza)
Fotografía: Yannick Olivier
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