Barquerito (Aquí la crónica)llenó la tarde con esencias antañonas, con evocaciones del romántico torero decimonónico, con esa seguridad de torero maduro y poderoso, de cuando los matadores protagonizaban y dirigían todos los tercios. Como revivió el auténtico sentido de la lidia; poderle al toro.
Foto: Juan Pelegrín
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