“Creo
recordar que ni Armillita, ni el mismo Manolete, ni Parrita cortaron
orejas. Sí en cambio, Domingo Ortega, el gran torero de Borox. Y por
partida doble, a su segundo toro. Aquello, a mí, repito, entonces
acérrimo manolestista, me sentó como un tiro, e incluso creí de un
modo rotundo que la concesión de aquellas orejas había sido una
arbitrariedad por parte de la presidencia (…), fui incapaz de darme
cuenta del mérito que tenía aquella faena de Domingo Ortega, en la
que no hubo más de media docena de naturales, pero que toda ella se
realizó sin soluciones de continuidad, sin un solo vano, con un
ritmo y una armonía totales. La memoria viene en mi ayuda y me dice
que lo que en ella predominó fue el toreo por la cara, algo que a mí
me parecía entonces algo así como una vulgaridad y que hoy se que
es una de las cosas más difíciles de realizar. Y en el toreo por la
cara, Ortega ha sido absolutamente genial.
(…)
Hablando con un torero tan entendido y con tanta afición como el
llorado Antonio Bienvenida me decía que nunca había visto torear
tan bien por la cara, ni ligar ante ella tantos pases –siempre
ganándole terreno al toro, siempre haciendo con él “curvas” y
“ochos”_ como a Domingo Ortega..
..Y entonces comprendí lo
merecidas que fueron aquellas dos orejas, que, en el momento de su
concesión, yo había regateado cicateramente al maestro toledano.
Parece que estoy viendo otra vez aquella faena, perfecta, armoniosa,
redonda como un canto rodado, maravillosamente ligada, en la que el
toro iba prendido en la muleta como hipnotizado. ¿Toreo por la cara?
¿Por qué no volvemos a la suave coordinación de movimientos entre
el toro y el torero, en un ajustado, rítmico y hermoso toreo por la
cara? La desaparición casi completa del oficio de torear podría
darnos la adecuada respuesta.”
"Tauromagia”. Guillermo
Sureda.
Hoy, día 8 de mayo, se cumplen 25 años de la muerte de Domingo Ortega.
Vía: Antonio Pineda
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