No cabe duda de que los tres toreros que han hecho el paseíllo esta tarde en la plaza de las Ventas para iniciar la Feria de San Isidro son de los que no escogen toros ni ganadería, porque saltaba a la vista que los toros estaban seleccionados por algún tratante de ganado que ha escogido lo más barato de la ganadería de José Luis Pereda, toros desiguales, feos a rabiar, descastados, mansos y sin ninguna clase que en su conjunto componían un saldo de los que aparecen a final de temporada con las limpiezas de corrales.
Con este toro huidizo y aplomado resulta imposible el
lucimiento. Es por tanto deducible que sólo quienes no desean el triunfo de
estos modestos toreros puede echarlos a la arena para asegurar el fracaso.
Dicho lo cual hubiera sido de agradecer a Diego Urdiales,
Leandro y Morenito de Aranda que hubieran planteado las faenas con otra disposición, una vez visto el percal de
sus oponentes cabían otras posibilidades además de echarse la muleta a la mano
izquierda y aguantar las idas y venidas del semoviente destartalado sin asomo
de interés como ha hecho Morenito con el que cerraba plaza y que anunciaban
como ensabanao cuando era un burraco con más cuajo que el resto pero con los
mismos defectos. En este toro Luis Carlos Aranda ha puesto un elegante par de
banderillas que nos han arrancado las únicas palmas de la tarde.
Comentaremos como curiosidad que estos lamentables toros,
mansos y desclasados tenían el instinto de acudir como flechas a topar con los
caballos de los picadores, perseverar en el ataque y que incluso han
descabalgado a alguno de ellos, luego se venían abajo para el resto de la
corrida. Debían pretender engañar al personal pareciendo bravos. Hay que ver
las cosas que logra la genética.
Jandro
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