lunes, diciembre 01, 2008

"Un Toro en el Camino" - Juan Luis González Ripoll (Gómez de Lesaca)


UN TORO EN EL CAMINO
"Los Hornilleros" es una obra sobre la vida en la Sierra de Segura de hace cien años. La escribió Juan Luis González Ripoll. Un libro sobre gente del campo, pastores e historias de lobos en una de las serranías más agrestes de España. Recoge un episodio que será del agrado de los aficionados y amigos de las historias de toros. Iba el narrador con su abuelo, camino de Villanueva del Arzobispo, allá por 1910 ó 1912 y:
“En la vega de los Marín nos encontramos una piara de vacas pastando. Eran ganado mostrenco, pero levantiscas y tirando a bravo. Aunque no estaban acarteladas, las corrían en las ferias de los pueblos y daban mucho que hacer. Eran lo menos 200 vacas rubias, más vivas que ratones, y andaban la sierra de una punta a otra. Mi abuelo y yo cruzamos por medio de la piara, y ya llegando a la linde de las Bonas, nos salió un toro cunero que tenían de semental para las vacas aquel año, y resultó ser un bicho peligroso. Se quedó parado, mirando a la yegua de mi abuelo, que iba delante, como si no hubiera visto una yegua en su vida, amusgando las orejas, que es mala seña. Mi abuelo desvió un poco la yegua, sin perder de vista al toro, y ya parecía haberse calmado, cuando de pronto, pegó un bufido y enristró con la yegua y le tiró un gañafón que si llega a enhebrarle la entrepierna, como era su intención, allí mismo acabamos el viaje. Pero la yegua anduvo lista: cuando vio al toro coger carrendilla, dio la espantada y salió corriendo y soltando coces, como si hubiera visto al demonio. Mi abuelo, ¡joo-jo-joo! Queriendo sujetarla, y el toro detrás […] Mi abuelo mientras tanto, dándole regates al toro, como si fuera un rejoneador. Y entonces ocurrió lo más grande; en una de aquellas medias vueltas, lo veo que echa mano a las alforjas que iban sobre los riñones de su yegua, y allí escarbujeando, sacó un pistolón de dos cañones, empavonado, que llevaba liado en unos trapos, que sería una herramienta del tiempo de los franceses. En un santiamén le quitó el atadijo de trapos y le amartilló los perrillos. En éstas, el maula bujarrón del toro se le vino otra vez encima, y mientras la yegua le volvió la grupa, enfiló mi abuelo con él y le metió una bala por encima del ojo. Pero el toro no hizo ni más ni menos que ponerse a sacudir la cabeza, como si le hubiesen tirado una almesa con un cañuto, pero se quedó parado. Mi abuelo sin dejar de apuntarle, le preguntó:
-¿te conformas con esa o quieres otra?
El toro agachó la cabeza resoplando, zamarreando los cuernos como diciendo que ya tenía bastante, pero, en realidad, lo que hacía el maldita madre era preparar el envite para enristrar otra vez con la yegua. Mi abuelo le conoció las intenciones y, aprovechando que tenía la cabeza gacha le soltó otro tiro, y la bala le entró por la nuca, en lo blando del tupé, donde les dan la puntilla. El toro, con todo su corpachón, hincó el hocico en la hierba y se quedó allí despatarrado y, como se suele decir, no le dio tiempo ni a decir: la petaca para mi hermano”.
Una vez fuera del aprieto, sigue el relato, decidieron seguir discretamente su camino, para evitar problemas. Dos meses después supieron de las indagaciones del vaquero sobre la muerte del toro, pues la posición en la que estaba era un tanto extraña. Se ve que no descubrió los impactos, entre otras posibles razones, por “estar ya comido de los bichos”. Pensó que la res había enfermado de manera fatal por haber pastado “hierba orinada de erizo”.
En fin, una buena lectura para las tardes de invierno, al calor de la lumbre o del modesto y galdosiano brasero.

1 comentario:

  1. Redactando entradas para el blog encuentro esta referencia a 200 vacas "rubias", o sea jijonas. En este blog iran apareciendo los ganados bravos en la Sierra de Segura hasta el año 1616. Rubios, claro. Un saludo. Enhorabuena por el blog. Muy interesante.

    http://torosenlasierradesegura.blogspot.com

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