La acorazada de picar estaba asesinando a los Victorino: terribles misilazos por los costados; sanguinario ataque con toda la potencia de fuego puesta al servicio de una carnicería que abochornaba y horrorizaba a los más duros de corazón. Y en estas que apareció Martin Toro, caballero sobre atontolinado jamelgo, para resucitar la suerte de varas.La suerte de varas estaba muerta, víctima de estos acorazados destructores, sin ley ni seso. Después de lo de Martín Toro, en cambio, ya no está tan muerta, porque el noble picador, disidente de la barbarie que reina en sus cuarteles, la hizo por derecho, tirando el palo delantero, sin barrenar, sin más castigo que el resultante del propio empuje de la fiera.
El público aclamó al noble picador, a quien Ruiz Miguel brindó el toro. La gente se intercambiaba convencidas argumentaciones sobre la razón del primer tercio y la sinrazón de que no siempre sea como Martín Toro hizo
Cuadro: Picasso (no he encontrado una fotografía de Martín Toro)El público aclamó al noble picador, a quien Ruiz Miguel brindó el toro. La gente se intercambiaba convencidas argumentaciones sobre la razón del primer tercio y la sinrazón de que no siempre sea como Martín Toro hizo
Nota: Enlazo al último post de Don Pepe y Don José y copio el final del mismo:
En cambiar esa forma de picar, sobre todo en esa primera vara demoledora, se juega una parte importante del futuro de la Fiesta de los Toros, pero los que tienen que dar esa orden son los toreros y, por lo visto, no están por la labor. La otra posibilidad está en la reglamentación, pero ante cada mínimo cambio que se insinúa los taurinos se plantan. ¿Por qué será?
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