Un genio incomprendido . Marcos de Celis fue la eterna promesa del toreo en las décadas de los 50 y 60
En la feria de San Antolín, todas las tardes, cuando algún diestro se inspira suena el pasodoble dedicado al gran artista palentino Marcos de Celis, un torero que no alcanzó el lugar que merecía, pero fue santo y seña del arte y protagonista de una vida muy peculiar. Cuando llega la feria de San Antolín, Palencia se transforma en fiesta y entre los viejos aficionados siempre sale a relucir el nombre del gran torero local Marcos de Celis, diestro de felices recuerdos en las décadas de los 50 y los 60 (donde lentamente se extinguió su figura), pero con una vida tan extravagante como descontrolada, la misma que le impidió alcanzar el lugar de tronío que debía corresponderle por mor de sus cualidades. Fíjense que la temporada que mejor tenía las cosas para colocarse en la elite dejó los toros y se cortó la coleta para irse a trabajar a ¡una mina! Artista y pinturero Muy castigado por los toros, artista siempre -con la verónica fue un auténtico privilegiado- e incluso dotado con una pinturería natural que no reflejaba en absoluto el carácter mesetario de su Palencia natal. Marcos de Celis fue un torero que gracias a su carismática personalidad rompió los tópicos que marca el terruño, pues el palentino, perfectamente podía pasar por andaluz, ya que tenía mucho pellizco; por valenciano, gracias a esa alegría y vitalidad que imprime el sol en las costas mediterráneas de las que hacía gala en muchas ocasiones y lógicamente por castellano, por la sobriedad. Fue, ya digo, un torero distinto, que aparecía y desaparecía con la misma facilidad con la que tenía a todos los taurinos en vilo, pues Marcos fue una extraña y larga promesa al que todos auguraban un puesto de privilegio: "El día que Marcos se decida, acaba con el cuadro", se solía decir entre las gentes del toro, que tenían puestas la esperanzas en este artista al que apoderó en una etapa de su vida el gran taurino Florentino Díaz Flores, años antes de que apoderara a El Viti. Ya digo, él en sí mismo mezclaba las aguas del Carrión, con las del Guadalquivir, el Turia y el Manzanares, pues tuvo admiradores en todo el mundo y sembró una semilla que hoy perdura entre los que disfrutaron con su toreo, aunque a la hora de la verdad, él solito se encargara de que todo quedara así, en un proyecto que no cuajó. Casi siempre, cuando voy a Palencia suelo buscarlo en el tendido de la plaza, donde aparece mezclado entre la muchedumbre (aunque desgraciadamente casi todos ignoran quién es y la grandeza que tuvo como torero) con su gorrilla blanca y su melena cana, todo ello acompañado, a veces, por un grácil bastoncillo de bambú, que le da, si cabe, más personalidad a su porte torero. Su rostro está surcado por mil arrugas, pero aun así no ha perdido su apostura y gallardía con la que irrumpió en la Fiesta. Por eso yo creo que si Juncal existiera en la realidad, ése sería Marcos de Celis, pues a ambos le unen muchos lazos, como la excentricidad y, por qué no, también la 'caninez que Marcos, al contrario que otros tantos, nunca se encargó de ocultar. Sin lugar a dudas, Marcos de Celis fue un genio incomprendido.
Nota: La foto nos la ha enviado Chacorro. Gracias
Por si interesan a Chacorro envío por e-mail fotos del palentino.
ResponderEliminarF.abad
Si es tan amable las espero en pulypal5@hotmail.com
ResponderEliminarMe refería a las que ya envié. no obstante le he mandado otras (bastantes) al correo que me indica.
ResponderEliminarF.Abad
Muchas gracias por todos estos pasajes de Marcos,ya que es muy dificil encontrar imagenes suyas.
ResponderEliminar¿Hay alguna grabación en internet donde podría escuchar el mágnifico pasodoble compuesto a Don Marcos de Celis por el compositor J. Cuesta? Gracias
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