La
bondad de los AP y su exquisita toreabilidad los convierten en un
adversario de lujo cuando se quiere perfeccionar la composición.
¿Demasiado
fáciles? Es lo que sostienen aquellos que sólo ven en la
tauromaquia un combate áspero negando la dimensión artística que
ha adquirido en
el último siglo. Y, para que surja el arte, en cualquier disciplina,
hace falta la base de un material
noble. Por otra
parte, antes de que Juan Pedro Domecq calificara a sus toros de
artistas, don Antonio padre definió los suyos con esta expresión
terrible: “tontos y sin frenos”. Para los toreros, esto suponía
la seguridad de una nobleza idílica y de unas embestidas largas.
Esta frase, que hoy suena como una provocación insoportable en los
oídos de los aficionados, ¿fue pronunciada realmente por don
Antonio o se trata de una leyenda más del mundillo? “Creo que lo
dijo –asegura malicioso don Antonio hijo-, y en todo caso, era lo
que buscaba”.
[…]
El centro neurálgico de la ganadería, donde su memoria histórica
es más rica, no se encuentra ni en el despacho del ganadero, donde
se amontonan los viejos libros, ni en uno de los lujosos salones
adornados con recuerdos de aquella burguesía agraria cuya fortuna
creció
a finales del siglo XVIII. No.
El centro neurálgico desde donde don Antonio inventó a sus AP y
donde tramó tantos complots que influyeron en el discurrir de la
historia taurina, se halla en la cocina de San Fernando […] Don
Antonio había presentido antes que nadie que la nobleza se
convertiría en la llave del toro de la época y, precisamente,
quería trabajar sobre esa
ausencia de “maldad”. “Mi padre comprendió que la tauromaquia
dejaría de ser una matanza para los caballos y que el toreo iba a
imponerse. Quería que triunfaran los toreros. Caballos muertos de
hambre sacrificados por el toro… era incomprensible”. Se evoca el
recuerdo de un triste éxodo. “Los proveedores iban de finca en
finca para los comprar los caballos
desechados por flacos, viejos o enfermos. Esos se mandaban a morir en
la plaza. Y mi padre sabía que este espectáculo desaparecería”.
Vía: Tierras Taurinas , Opus 23 dedicado a Antonio Pérez
Ojiplática me hayo.
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