Ayer , trás mi semana en Elorrio, llegué a Pozuelo justo a la hora de comer; comí y volví a coger el coche para irme a San Martín de Valdeiglesias a encontrarme con los amigos y ver los Toros de Adolfo Martín.
Hice bien, tanto por mi reencuentro con los amigos como con el Toro, ¿qué más se puede pedir a una sola tarde?.
Allí hubo Toros que exigían que se les lidiase, que se les torease, que se les mandase y sometiese, Toros que no iban a "dejarse", que no se les criaron para que colaboraran con los diestros sino para ser sus oponentes, Toros que querían mandar y no ser mandados, Toros que se crecían ante el dolor que les causaba esos "eternos" y tristes monopuyazos, Toros que empujaban al caballo con los riñones, que empujaban con fijeza...en fín, el Toro. Y que nadie piense en alimañas, por que hubo nobleza, que no bobería, vimos, como digo, Toros que humillaban hasta mancharse el hocico de arena...
De los seis Toros yo destacaría al segundo y cuarto, pero sin olvidar el pitón izquierdo de tercero.
-¿Y quienes torearon?.
-Pues, torear , lo que se dice torear, no lo hizo nadie. Eso sí, por allí estaban Encabo, Eugenio de Mora (bueno este no se bien donde estaba) y Vilches.
Solamente indicar que vimos un buen par del segundo de la cuadrilla de Eugenio de Mora (siento no saber su nombre) y que es lamentable que se busque siempre el monopuyazo.
Cuando dices monopuyazo, añadiría monopuyazo asesino, se da una primera vara bestial y no solo nos roban la fuerza del toro, sino que nos quedan sin esa segunda vara donde poder ver la bravura del toro.
ResponderEliminarDe menos a mas, primera vara, se para al toro y pa fuera, un quite y se le vuelve a poner en suerte un poquito mas lejos a ver si se arranca y como se arranca.