La Asociación El Toro de Madrid hizo entrega de sus premios del 2006. El premio al comportamiento del mejor toro recayó en "Mulillero" de Adolfo Martín.
De la página web de dicha asociación copio un artículo firmado por Alberto Herrero González:
El pasado 2 de mayo, se vivía en nuestra querida plaza de Las Ventas uno de los momentos más intensos y emocionantes, si no el que más, de los acontecidos en toda la temporada venteña de 2006. El protagonista principal de lo ocurrido fue UN TORO. Sí, un toro…con todo lo que ello conlleva. Su nombre, Mulillero, nº 11, de 525 Kg. de peso y nacido en Noviembre de 2001, de don Adolfo Martín. Era el segundo de la corrida goyesca y le correspondió en suerte a Luís Miguel Encabo.
Desde que se hizo presente en el ruedo demostró ser un buen representante de lo que, se supone, debe ser un toro de su encaste. Vivaz en su salida, acudió raudo a los burladeros desde los que fue citado, llegando a rematar en las troneras de los mismos, siempre metiendo la cara abajo. Encabo se percató rápido. Desde los capotazos de salida, descubrió que estaba ante un toro fiero y bravo. Pero no se arredró. Admitió el compromiso y se salió hacia los medios con muy buen criterio, molestado eso sí por el viento y por las encastadas acometidas del de Adolfo.
Al igual que todos recordamos faenas que quedan para siempre, grandes pares de banderillas o fenomenales estocadas, en la memoria del buen aficionado quedará grabado el tercio de varas protagonizado por “Mulillero”. Y es que allí se aunaron todos los ingredientes necesarios para lograr emocionar a la Plaza de Madrid: un toro fiero y encastado, un matador con afición y amor a su profesión y - por una vez - un presidente defendiendo el espectáculo en toda su dimensión. Voces de agradecimiento salieron desde el tendido, cuando Encabo se disponía a recoger el primer par de banderillas, de lo que resultó un vibrante segundo tercio. Porque Mulillero galopaba y galopaba…y acudía allá donde su matador lo llamara. De punta a punta del anillo de Madrid ¡Qué emoción! Y es que este diestro acababa de tener un gran detalle de honradez profesional, de afición y - en definitiva - de torero. El toro, que había tomado dos puyazos bien administrados por Rafael Da Silva, fue colocado más a las afueras para una tercera vara. Bien es verdad que inició la carrera al relance de un capote, pero no es menos cierto que el galope fue alegre y entregado y el empuje en el caballo de toro bravo, como en las dos anteriores ocasiones. En la plaza los aficionados comenzaron a aplaudir…Ya era hora, un toro encastado y el resurgimiento de la importancia de la suerte de varas.
Pero quedaba lo mejor. El presidente ordenó el cambio de tercio, acertadamente, tras el tercer puyazo (y no tras el segundo, como suele ocurrir por inercia casi todas las tardes) pero Encabo, anteponiendo su condición de aficionado a la de torero, se llevó al toro al centro del ruedo, lo dejó en suerte, ordenó a su picador que diera la vuelta a la vara y pidió permiso al palco. La plaza entera agradeció el gesto y don Manuel Muñoz Infante, el presidente, haciendo gala de su propia afición y por el bien del espectáculo, no lo dudó: “adelante”…Y para adelante se fue el toro, desde el mismo platillo de Las Ventas, al encuentro con el regatón que le ofrecía el picador. Y la Plaza estalló…La gente en pié aplaudía, lo agradecía, no lo creíamos…¡Por fin se nos mostraba la suerte de varas en toda su integridad y belleza!
Luego llegó la muleta y eso fue otro cantar. Quizás el matador no sometió desde el principio las embestidas del animal o quizás el toro se avisó muy pronto. El caso, es que se rompió la sintonía marcada hasta ese momento y todo se vino abajo. Fue una pena, pero “¡que nos quiten lo bailao!”. La emoción vivida durante esos minutos en la plaza no se nos va a olvidar.
Por ello, solo nos queda agradecer a todos los protagonistas que intervinieron, su parte de responsabilidad en el “acontecimiento”, porque ante todo demostraron lo que tanta falta hace: AFICIÓN.
Y por supuesto, a don Adolfo Martín, a quien felicitamos sinceramente por la consecución de su también segundo premio al toro más bravo que otorga esta Asociación. Y sobre todo, por algo tan difícil, como debe ser criar a un toro como Mulillero. Enhorabuena. La Fiesta lo necesitaba.
Alberto Herrero González
Todavía se me ponen los pelos de punta al recordar ese toro que disfruté junto a mi señora, Pedro, Joaquín Camacho y Bombita.
ResponderEliminarEl recuerdo de esa tarde permanecerá en la memoria para siempre.
Esto es lo que a muchos nos mueve, la casta brava. Yo disfruté como nadie de las arrancadas de ese toro al caballo, para eso era uno de "mis" albaserradas.
ResponderEliminar¡¡¡BRAVO EL TORO!!!
ResponderEliminarUna putada para los Toreros, reconocedlo.