El Capitán Alatriste asistió a una interesante clase del profesor Pedro Romero de Solis sobre la construción de la Maestranza y su relación con las ruinas de Pompeya. Luego ha tenido la amabilidad de mandarnos las fotos adjuntas y el siguiente texto:
El profesor Pedro Romero de Solís ha descubierto asombrosas similitudes arquitectónicas entre la plaza de toros de La Maestranza de Sevilla y el antiguo anfiteatro romano de Pompeya.
No sabría garantizar la autenticidad de esta teoría pero, en cualquier caso, las fechas coinciden y resulta muy interesante; por ello, a continuación, intentaré resumir sus ideas.
La Real Maestranza de Caballería de Sevilla fue fundada en 1248. Los caballeros que acompañaron a Fernando III el Santo durante la conquista de la ciudad, crearon una Hermandad Caballeresca con el objetivo de entrenarse en el manejo de las armas y practicar ejercicios ecuestres. En 1670 La Maestranza adiestraba a la nobleza en el uso del caballo mediante el arte de la jineta. Se ocupaba, por tanto, de la formación de militares para el ejército y de su entrenamiento para la guerra al servicio de la Corona.
Hasta el siglo XVIII los sevillanos realizaban diferentes fiestas taurinas en tres emplazamientos: la plaza de San Francisco (un espacio cuadrangular con balconadas para la nobleza), la plaza de Resolana (una plaza de madera a la que se le habían eliminado las esquinas) y la plaza del matadero. Pero en 1733 la Maestranza decidió crear su propia plaza de toros ya con forma circular. Las obras sufrieron múltiples interrupciones y duraron 150 años (hasta 1881 no finalizó la construcción del edificio). Sin embargo, desde antes de 1786 (año en que Carlos III prohíbe los festejos taurinos) se celebraban corridas en La Maestranza.
El edificio hoy nos parece realmente revolucionario. En primer lugar, es de estilo neoclásico, cuando en el siglo XVIII predominaba el barroco. Por otro lado, no tiene ninguna similitud con otros cosos contemporáneos como, por ejemplo, el de Ronda, inaugurado en 1785. Si nos fijamos bien, y salvando la circularidad, la plaza de toros de Ronda posee la estructura de una plaza mayor, es decir, cuenta con una grada superior y una inferior (como las balconadas de la plaza de San Francisco de Sevilla por donde se asomaba la nobleza); por tanto, el público está dispuesto a la manera “antigua”.
¿Por qué es La Maestranza una revolución arquitectónica?, ¿por qué construir un edificio neoclásico? Probablemente, la razón sea el Conde de Montemar.
El Conde de Montemar nació en Sevilla en 1671. En 1734 Felipe V lo puso al frente de la expedición a Italia: su objetivo era derrotar a los austriacos y reconquistar Nápoles, el mayor puerto de Europa. En esta conquista –aquí está el “quid”- le acompañaron muchos de los oficiales que se habían entrenado en La Maestranza. Cuando los españoles tomaron la ciudad, descubrieron en sus colinas el anfiteatro de Pompeya. En las paredes del edificio había varios murales de hombres jugando con toros (incluso hallaron una pintura de Teseo y el Minotauro). ¡Podría decirse que Pompeya era una ciudad taurina!
A su vuelta a Sevilla, los maestrantes contaron las singularidades de aquel edificio romano: la arquería en la parte superior, los vomitorios, la disposición del público y sus dos plantas. Los anfiteatros de Nimes o Arlés, a diferencia del de Pompeya, eran mucho mayores y empinados, y sus paredes, completamente rectas, formaban un cilindro casi perfecto (imitaban al Coliseo romano). El anfiteatro de Pompeya, en cambio, era más bajo y su estructura se componía de un cilindro dentro de otro (igual que La Maestranza). Por tanto, podemos deducir que los oficiales que habían combatido en Nápoles influyeron poderosamente en la construcción de la plaza sevillana haciéndola a imagen y semejanza del anfiteatro de Pompeya. De ahí que sea de estilo neoclásico, que el público se distribuya en tendidos, que tenga dos plantas y una arquería, etc., etc.
No sabría garantizar la autenticidad de esta teoría pero, en cualquier caso, las fechas coinciden y resulta muy interesante; por ello, a continuación, intentaré resumir sus ideas.
La Real Maestranza de Caballería de Sevilla fue fundada en 1248. Los caballeros que acompañaron a Fernando III el Santo durante la conquista de la ciudad, crearon una Hermandad Caballeresca con el objetivo de entrenarse en el manejo de las armas y practicar ejercicios ecuestres. En 1670 La Maestranza adiestraba a la nobleza en el uso del caballo mediante el arte de la jineta. Se ocupaba, por tanto, de la formación de militares para el ejército y de su entrenamiento para la guerra al servicio de la Corona.
Hasta el siglo XVIII los sevillanos realizaban diferentes fiestas taurinas en tres emplazamientos: la plaza de San Francisco (un espacio cuadrangular con balconadas para la nobleza), la plaza de Resolana (una plaza de madera a la que se le habían eliminado las esquinas) y la plaza del matadero. Pero en 1733 la Maestranza decidió crear su propia plaza de toros ya con forma circular. Las obras sufrieron múltiples interrupciones y duraron 150 años (hasta 1881 no finalizó la construcción del edificio). Sin embargo, desde antes de 1786 (año en que Carlos III prohíbe los festejos taurinos) se celebraban corridas en La Maestranza.
El edificio hoy nos parece realmente revolucionario. En primer lugar, es de estilo neoclásico, cuando en el siglo XVIII predominaba el barroco. Por otro lado, no tiene ninguna similitud con otros cosos contemporáneos como, por ejemplo, el de Ronda, inaugurado en 1785. Si nos fijamos bien, y salvando la circularidad, la plaza de toros de Ronda posee la estructura de una plaza mayor, es decir, cuenta con una grada superior y una inferior (como las balconadas de la plaza de San Francisco de Sevilla por donde se asomaba la nobleza); por tanto, el público está dispuesto a la manera “antigua”.
¿Por qué es La Maestranza una revolución arquitectónica?, ¿por qué construir un edificio neoclásico? Probablemente, la razón sea el Conde de Montemar.
El Conde de Montemar nació en Sevilla en 1671. En 1734 Felipe V lo puso al frente de la expedición a Italia: su objetivo era derrotar a los austriacos y reconquistar Nápoles, el mayor puerto de Europa. En esta conquista –aquí está el “quid”- le acompañaron muchos de los oficiales que se habían entrenado en La Maestranza. Cuando los españoles tomaron la ciudad, descubrieron en sus colinas el anfiteatro de Pompeya. En las paredes del edificio había varios murales de hombres jugando con toros (incluso hallaron una pintura de Teseo y el Minotauro). ¡Podría decirse que Pompeya era una ciudad taurina!
A su vuelta a Sevilla, los maestrantes contaron las singularidades de aquel edificio romano: la arquería en la parte superior, los vomitorios, la disposición del público y sus dos plantas. Los anfiteatros de Nimes o Arlés, a diferencia del de Pompeya, eran mucho mayores y empinados, y sus paredes, completamente rectas, formaban un cilindro casi perfecto (imitaban al Coliseo romano). El anfiteatro de Pompeya, en cambio, era más bajo y su estructura se componía de un cilindro dentro de otro (igual que La Maestranza). Por tanto, podemos deducir que los oficiales que habían combatido en Nápoles influyeron poderosamente en la construcción de la plaza sevillana haciéndola a imagen y semejanza del anfiteatro de Pompeya. De ahí que sea de estilo neoclásico, que el público se distribuya en tendidos, que tenga dos plantas y una arquería, etc., etc.
Muchas gracias, da gusto tener lectores como estos.
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