martes, enero 16, 2007
Un momento sencillamente abrumador.
No me canso de mirar ese trincherazo.
Pablo escribe lo siguiente:
Hay un momento sencillamente abrumador, cuando después de vaciar una serie con un trincherazo peculiar abandona –no tira– la muleta– y se va andando –es un decir– llorándose todo sí por dentro, en una misteriosa danza que resultaría ridícula o esperpéntica en la mayoría de los toreros, pero que a este hombre le sale cincelada.
Escribe más y, como siempre, extraodinariamente.
Nota: Yo también sigo asombrado.
Nota añadida: Enlazo a Chapu Apaolaza. Otro lujo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Y yo digo, Javier, Pedro, Niñolasventas y demás amigos, de escribir una carta a Tauroloquesea para que nos lo traigan a Madrid.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo. La resolución del muletazo es plena filfa y un vacío gesto de un fulero pretendiente a la genialidad. Ahora ¡El Pana!, válgame el Señor, como si este abuelo desconocido fuera la panacea del arte de torear. Un respeto, señores.
ResponderEliminarInsisto, tras ver de nuevo las imágenes: la mexicanada al poder.
ResponderEliminarEl anterior comentario me pertenece, me equivoqué al enviarlo, y, aclaro, pocos aficionado serán tan partidarios de la escuela mexicana de torear como lo es la que suscribe.
ResponderEliminarA mi me parece la tanda muy elegante y la parafernalia final tambien,y eso que al principio me parecio payasada,pero no.
ResponderEliminarPara mi, simplemente, tiene personalidad. De toreo eterno nada de nada.
ResponderEliminarEl anterior comentario era mío.
ResponderEliminar