Pero si se cortaron cinco orejas y un rabo, ¿cómo se puede hablar de mansedumbre? Por el deliberado aldeanismo taurino que nos cargamos gracias a los empresarios, apoderados, ganaderos, autoridades, crítica y público, empeñados todos en confundir embestir con pasar, bravura con repetitividad y triunfar con soltar orejas.
Leonardo Páez (La Jornada)Foto: juan Pelegrín
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