Maestro Ramón, abuelo de mi alma. Tal como le prometí, escribí este año en homenaje a Usted. Hoy lo vi más hermoso que todos los días en ese palco en el que espero encontrarlo por muchos años más. Esta es mi última crónica de esta temporada así que me despido mandándole todo mi amor, mi agradecimiento y espero que se siga sintiendo muy orgulloso de esta nieta adicional que le dio la vida. Bueno, le tengo una sorpresa guardada para la otra semana pero hoy cerramos este ciclo…
Del amor a la injusticia
Andrea López
Casi perfecto fue el cierre de temporada en Medellín. Un Víctor Puerto con el lote menos potable y sin lograr reconciliarse con una parte del público que insiste en no verlo a pesar de su entrega y sus ganas de agradar. Si “Sastre” se desplazaba mejor, o no, en ciertos terrenos de la plaza, eso tendrá que analizarlo Víctor con sus asesores artísticos. Lo que vimos es su manera de sentir el toreo y cada uno decidirá si lo toca o no.
Lo de Talabartero y El Cid fue una obra de arte. Imposible torear más lento, más bonito. Cada lance y cada pase, fueron como posados para un cartel. La belleza del toreo quedó plasmada en el ruedo macareno y el de Salteras, además de indultar a “Timonel” y cortarle las orejas y el rabo, se llevaba las dos orejas de su primero. Lo del rabo, bienvenido. El arte es muy difícil de valorar así que la discusión sobre si el rabo fue justo o no, quedará para las reuniones de los taurinos. Lo disfrutamos, lo sentimos, lo de los trofeos es una cosa completamente subjetiva.
Dicen que en los toros no hay justicia. La vida en general no es justa en muchas ocasiones, lo que me pregunto es ¿cuál era el medidor para entregar trofeos esta tarde en La Macarena? Podré equivocarme pero creo que si la faena de El Cid era de rabo, la de Luis Bolívar era de dos orejas.
Fueron toros distintos y faenas muy diferentes. Lo de Luis, con el sexto, fue entrega absoluta. Se sentía una energía especial cada vez que el toro pasaba. Bueno, al menos yo la sentí, porque insisto en que este Bolívar versión 2011 me gusta cada vez más. Lo de antes era muy bonito pero no te tocaba el alma. Lo de ahora, podrá ser menos estético pero más profundo. Está en un proceso muy interesante y provoca seguir viendo su evolución. El tiempo nos dirá qué pasará con este torero, pero saber que el maestro Espartaco también estaba sorprendido porque no le dieron la otra oreja me alienta a no creer que estoy percibiendo cosas que no existen.
Hasta aquí todo está dentro de la subjetividad y completamente abierto a que muchos no lo compartan, ahora vamos a lo práctico.
Termina la faena del sexto cuya bravura a la hora de morir nos emociona y lo primero que saca el presidente es el pañuelo azul otorgando la vuelta al ruedo para el toro. Luego de la petición sale el pañuelo blanco, el público insiste en pedir la segunda oreja y ahora la presidencia se pone muy rígida y no hay más orejas. Las razones ellos las sabrán. Que la mano izquierda, que el aviso, en fin, podrá haber cien mil razones, el hecho es que en esta plaza donde acabábamos de otorgar un rabo que nadie pidió ¿no podíamos darle una oreja pedida, al torero colombiano que por dos años consecutivos ha toreado sin cobrar un mano a mano con Sebastián Castella? Bolívar, ha toreado gratis para que la fiesta siga viva en esta ciudad y cuando tenemos en nuestras manos la manera de agradecerle este gesto, priman los cánones de la exigencia.
Perdimos una oportunidad única para decirle, gracias. Nos volvimos rigurosos con el que se paró a pedirle a la banda que le tocara “Soy Colombiano” y que ha aportado de sobra para mantener la fiesta en nuestra ciudad. Le dimos la vuelta al toro antes que la oreja como si hubiese toreado tan mal.
Es como si unas personas hubiesen otorgado el rabo y luego se sentaron otros a juzgar lo de Luis.
Se va nuestro Bolívar a adelantar su temporada española con el sinsabor de esta tarde. No importa, momentos mejores vendrán para él, pues como me decía alguien precisamente antes de la corrida, “tener la oportunidad de luchar, ya es sentirse vivo”. Es completamente cierto ¿verdad Luis?
No hay comentarios:
Publicar un comentario