-Será pura coincidencia-declaré muy digno y sin mostrar extrañeza alguna al ver a dos toros que, engalanados con sendas ristras de ajos y de rosas, eran conducidos a su mesa.
-Es costumbre -nos explicó el camarero cuando finalmente se acercó a nuestra mesa- invitar a un banquete a los toros que sobreviven a la lidia. Ni que decir tiene que si así lo quieren, se pueden quedar a pasar la noche, el hotel se hace cargo de todos sus gastos, y pueden marcharse cuando quieran para volver con sus madres, si así lo desean.
Frederic Tuten ("Self Portrait with Bullfight" )
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