lunes, febrero 23, 2009

"La Sombra del Minotauro y la Llama del Bolsín" (André Viard)


Este año André Viard leyó el pregón del Bolsín Taurino de Ciudad Rodrigo; el texto lleva por título "La Sombra del Minotauro y la Llama del Bolsín", luego hay 6 subtitulos : "El Tabú de la Muerte", "La Instrumentalizacion de la Fiesta", "Viva la Crisis", El Gran Negocio de los Antitaurinos", "Economia y Ética", "La Llama del Bolsín".
CIUDAD RODRIGO CARNAVAL 2009
PREGON DEL BOLSÍN TAURINO
Por André Viard
Presidente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas
LA SOMBRA DEL MINOTAÚRO Y LA LLAMA DEL BOLSÍN
Cuando toca Carnaval, esté donde esté, siempre me acuerdo de las calles de Ciudad Rodrigo, del castañeteo seco de los cascos sobre los callejones empedrados, de los gritos, de los olores a vida y muerte, de la alegría y del miedo, del mugido de los toros y de sus carreras locas que atraviesan la vieja ciudad.
Me acuerdo porque aquí, en Ciudad Rodrigo, más que en cualquier otro lugar del mundo, Carnaval huele a mito universal y antiguo.
Y me acuerdo de cada detalle porque hace ya más de treinta años que siempre que he podido nunca he faltado a la cita de los encierros y de las capeas para, como no, echar también una carrera o el capotillo.
Lo que de verdad me hubiera gustado, hubiera sido participar en el bolsín.
Pero esto, hace mas de treinta años, visto desde Francia parecia algo inalcanzable.
No porque ustedes señores organizadores habrían cerrado la puerta, sino porque el bolsín ya gozaba de tal prestigio que para atreverse a apuntarse, había que tener bastante osadía.
Aquí se forjaba el porvenir de toreros muy serios y esto, a los chavales de mi edad que intelectualizábamos la Fiesta quizás más de la cuenta, nos imponía un respeto tan importante que me quedé fuera por decisión propia.
Desde hace sesente años, se dice pronto, aquí habéis puesto en marcha un sueño inalcanzable para muchos, ofreciendo a todos y a cada uno la tan deseada oportunidad de convertir el maletilla en figura, mucho antes de que las escuelas taurinas empezasen a racionalizar el acceso hasta entonces tan difícil a la profesión de torero.
Ustedes fueron precursores y ustedes siguen siendo la referencia, mientras que por todas partes otros bolsines han visto la luz en España, en Francia y hasta en Mejico.
Pero Ciudad Rodrigo sigue marcando la pauta porque aquí, pegado a este Campo Charro tan serio y tan sabio, el bolsin es más que en cualquier otra parte una escuela de vida que más allá del aspecto puramente profesional, ofrece a cada uno un espejo único para conocerse mejor.
Tal vez, en la generosidad de este proyecto fundamental, no se contempló a lo primero este aspecto primordial del mismo : tal verdadera catarsis, el Bolsin hace surgir del más profundo del ser lo mejor que lleva en sí.
Aquí, no sólo ganan los que son declarados triunfadores, sino todos los que participan en él luciendo su fe en sí mismos, su valor y su ambición.
Y que más da si unos lo hacen mejor que otros, si lo importante es que después de tantos y tantos siglos nuestra juventud demuestra que sigue siendo capaz de perpetuar uno de los grandes desafíos de la especie humana cuya permanencia se comprueba a través de las leyendas y de los mitos.
Porque más allá de los chavales que se inscriben cada año para participar, sobre el Bolsín de Ciudad Rodrigo planea la sombra de Teseo y por supuesto del Minotauro.
Conservo el recuerdo imborrable de estos ganaderos charros gracias a los cuales el maletilla francés que fui pudo compaginar toreo y estudios hasta llegar a tomar y confirmar la alternativa, lo que considero como un doctorado que valoro más que el que tengo a nivel universitario. Antonio Sanchez de Sepúlveda, el primero que me invitó como torero en su finca de la Dueña, los Sanchez Fabres de Pedro Llen, Paco Galache de Hernandinos, los hermanos Fraile del Puerto de la Calderilla, Javier Sanchez Arjona… todos ellos y otros muchos quedarán para jamás en un lugar privilegiado de mi mitología particular y por supuesto de mi memoria.
Gracias a ellos me hice torero, aquí, en Salamanca, haciendo del sueño realidad sin saber a veces donde acababa el sueño y donde empezaba la realidad.
Quizás, gracias a esta doble vida de torero y de estudiante, he visto siempre en las tapias infinitas del Campo Charro una metáfora del laberinto del Minotauro dentro del cual buscaba mi propio destino entre libros y toros, bibliotecas y senderos.
Un Minotauro que persigo aún, porque todavia sigo soñando que puedo ir a más, empujado por esta llamada interior que incita a cada uno de nosotros a buscar la excelencia, sin otro objetivo que el de templar su vida.
Torear y escribir decía su recordado Alfonso Navalón. Pues esto fue lo mío.
Este Minotauro y este laberinto, ¿ cómo no verlos en el camino de estos chavales que se apuntan al bolsín, así como en los organizadores del mismo que los esperan con esa lucecita de la verdad en la mano, para decirles si el camino emprendido es el bueno y si esta pasión desmedida que habita cada uno de ellos es algo más que una bendita locura ?
Porque esta luz, la habéis encendido aquí desde hace muchos años, tanto para iluminar el camino de los que tienen facultad para triunfar, como para hacer ver a los demás que tocar techo nunca es una derrota cuando uno ha hecho todo lo posible para superarse a sí mismo.
Merced a ustedes, señores organizadores del Bolsín, fue como todos los chavales que se han acercado a Ciudad Rodrigo han aprendido que “ los sueños, sueños son”.
Muchos son los llamados y muy poquitos los elegidos. Pero en esta escuela de la vida que es el Bolsin, todos salen ganando por poco que se entreguen de corazón.
¿ Y cómo no ver en las capeas y en los encierros rasgos más evidentes aún del laberinto y del Minotauro ?
¿ Dónde encontramos en el mundo un significado más profundo de lo que es el equilibrio que siempre ha buscado el hombre entre la vida y la muerte, que en el enfrentamiento desinteresado que se da en las capeas ?
Desde hace milenios el hombre se juega la vida frente al toro para reivindicar su identidad y aproximarse a esa dimensión divina que percibe en la grandeza de tan arriesgado desafío como el de plantarle cara a algo que nos sobrepasa.
Este es el gran significado de nuestra fiesta taurina : poner en escena el destino de la humanidad.
Y si no todos somos toreros, en esta vida sí que todos somos maletillas.
¡ Y más aún en Ciudad Rodrigo, donde Teseo sigue enfrentándose al Minotauro cada año, cuando toca Carnaval.
Escuela de la vida, la Fiesta es una filosofía que compartimos los que a través de ella buscamos un ideal de grandeza en el cual paradójicamente radica el mayor peligro.
Porque hoy en día, en nuestras sociedades cada día más virtuales donde la muerte se oculta, el espectáculo taurino se vuelve insoportable a causa de su terrible realidad.
Tanta grandeza, tanta verdad y tanta fuerza mítica son un espejo insoportable para la mediocridad.
Nota: damos las gracias y la enhorabuena a André por este pregón

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