EL TABÚ DE LA MUERTE
Estos últimos años se han multiplicado los ataques hacia la fiesta.
El plan es muy sencillo : la Fiesta es amoral, dicen, porque es cruel. Y si es cruel, hay que prohibirla, o por lo menos prohibir a los niños acercarse a ella.
Y añaden : la Fiesta sólo se mantiene gracias al dinero público.
No se cubren los gastos, lo que demuestra que no interesa.
Abolirla es pues, según ellos, solo cuestión de tiempo, y basta con fomentar la suficiente confusión para que la polémica vaya creciendo y desemboque en el ámbito político donde siempre sale algun espontáneo para tomar cartas en el asunto, sin que realmente le importe para nada el destino del toro.
Inspiradas de las teorías “anti especista” cuyo carácter peligroso a propósito de los fundamentos de la moral ya no está por demostrar, aquellos ataques son una muestra del terrorismo intelectual que ha intentado sin lograrlo hasta hoy encontrar apoyos en Bruselas.
No es que los eurodiputados sean aficionados, ni mucho menos, pero saben perfectamente que Europa ha previsto en sus textos fundadores que, en el tema cultural sobre todo, cada país es competente en su territorio, disposición fundamental tomada para luchar contra el nivelamiento de los espíritus y para favorecer la diversidad cultural, factor de enriquecimiento.
Lo que confirmó explícitamente un voto en sesión plenaria del Parlamento Europeo, quien en el 2007 rechazó por gran mayoría una propuesta de abolición de las corridas ya que se declaró incompetente en este asunto.
Aquel fracaso de los movimientos antitaurinos a un nivel que juzgaban el más propicio al desarrollo de sus argumentos no impidio una nueva tentativa a través de la cual sus promotores quisieron quitar a los ganaderos de toros de lidia las ayudas comunitarias, lo que hubiera podido conducir a plazo a la desaparición de muchas ganaderías y a la consiguiente pérdida de muchos empleos.
¿ La muerte del toro que acompaña la historia de la humanidad desde hace milenios se vuelve hasta tal punto tabú que luchar contra ella va a ser una prioridad de las democracias modernas?
¿ Pero qué es lo que ocurre con las muertes violentas y la pobreza de millares de seres humanos exhibidas con morbo cada día en las pantallas de nuestros televisores ?
En la emergencia de aquel debate aparecen aspectos perniciosos de los cuales tendría que preocuparse la Comisión Europea, investigando por ejemplo, como lo hacen ya varios Estados, en el origen real y lo peligroso de las tesis que, so capa de sensiblería animalista se empeñan en socavar los cimientos de nuestra civilización.
Para nosotros, muy lejos de la crueldad que se nos echan en cara, la muerte del toro en la plaza magnifica el destino del hombre.
Conforme a todas las grandes religiones monoteístas y a las morales que emanan de éstas, asumimos la responsabilidad de una opinión que nos permite dar a conocer de manera simbólica los valores a los que nos adherimos y recusamos esta amalgama obscena que haría del animal el igual del ser humano : resultado de un determinismo transcendente o casualidad de una evolución compleja, existe entre el hombre y el animal una diferencia fundamental y nosotros la reivindicamos.
No se mata al toro en la plaza para satisfacer un placer morboso.
Por lo contrario, el enfrentamiento del hombre con el toro es el revelador de valores esenciales – entrega, valor, inteligencia, creatividad, solidaridad - y permite a miles de aficionados comulgar juntos y al mismo tiempo con la misma idea elemental :
el hombre triunfa del caos al colocarse por encima de su condición, y esta experiencia de fuerte connotación metafísica permite a veces a los que la están viviendo experimentar un sentimiento de eternidad.
Así pues para los que se reconocen en ella la corrida transmite valores éticos y estéticos fundamentales.
No es la resurgencia condenable de una barbarie anacrónica que es necesario erradicar, sino que se asienta en una modernidad que va acompañada desgraciadamente en otros muchos campos por una pérdida de referencias que no se encuentra en nuestras plazas.
Esta batalla de las ayudas comunitarias a los ganaderos, también la hemos ganado. Y desde entonces, Europa ya no se ha manifestado sobre el tema.
¿ Habrá más ataques ? ¡ Por supuesto ¡
Pero ahí estaremos para sortearlas.
Estos últimos años se han multiplicado los ataques hacia la fiesta.
El plan es muy sencillo : la Fiesta es amoral, dicen, porque es cruel. Y si es cruel, hay que prohibirla, o por lo menos prohibir a los niños acercarse a ella.
Y añaden : la Fiesta sólo se mantiene gracias al dinero público.
No se cubren los gastos, lo que demuestra que no interesa.
Abolirla es pues, según ellos, solo cuestión de tiempo, y basta con fomentar la suficiente confusión para que la polémica vaya creciendo y desemboque en el ámbito político donde siempre sale algun espontáneo para tomar cartas en el asunto, sin que realmente le importe para nada el destino del toro.
Inspiradas de las teorías “anti especista” cuyo carácter peligroso a propósito de los fundamentos de la moral ya no está por demostrar, aquellos ataques son una muestra del terrorismo intelectual que ha intentado sin lograrlo hasta hoy encontrar apoyos en Bruselas.
No es que los eurodiputados sean aficionados, ni mucho menos, pero saben perfectamente que Europa ha previsto en sus textos fundadores que, en el tema cultural sobre todo, cada país es competente en su territorio, disposición fundamental tomada para luchar contra el nivelamiento de los espíritus y para favorecer la diversidad cultural, factor de enriquecimiento.
Lo que confirmó explícitamente un voto en sesión plenaria del Parlamento Europeo, quien en el 2007 rechazó por gran mayoría una propuesta de abolición de las corridas ya que se declaró incompetente en este asunto.
Aquel fracaso de los movimientos antitaurinos a un nivel que juzgaban el más propicio al desarrollo de sus argumentos no impidio una nueva tentativa a través de la cual sus promotores quisieron quitar a los ganaderos de toros de lidia las ayudas comunitarias, lo que hubiera podido conducir a plazo a la desaparición de muchas ganaderías y a la consiguiente pérdida de muchos empleos.
¿ La muerte del toro que acompaña la historia de la humanidad desde hace milenios se vuelve hasta tal punto tabú que luchar contra ella va a ser una prioridad de las democracias modernas?
¿ Pero qué es lo que ocurre con las muertes violentas y la pobreza de millares de seres humanos exhibidas con morbo cada día en las pantallas de nuestros televisores ?
En la emergencia de aquel debate aparecen aspectos perniciosos de los cuales tendría que preocuparse la Comisión Europea, investigando por ejemplo, como lo hacen ya varios Estados, en el origen real y lo peligroso de las tesis que, so capa de sensiblería animalista se empeñan en socavar los cimientos de nuestra civilización.
Para nosotros, muy lejos de la crueldad que se nos echan en cara, la muerte del toro en la plaza magnifica el destino del hombre.
Conforme a todas las grandes religiones monoteístas y a las morales que emanan de éstas, asumimos la responsabilidad de una opinión que nos permite dar a conocer de manera simbólica los valores a los que nos adherimos y recusamos esta amalgama obscena que haría del animal el igual del ser humano : resultado de un determinismo transcendente o casualidad de una evolución compleja, existe entre el hombre y el animal una diferencia fundamental y nosotros la reivindicamos.
No se mata al toro en la plaza para satisfacer un placer morboso.
Por lo contrario, el enfrentamiento del hombre con el toro es el revelador de valores esenciales – entrega, valor, inteligencia, creatividad, solidaridad - y permite a miles de aficionados comulgar juntos y al mismo tiempo con la misma idea elemental :
el hombre triunfa del caos al colocarse por encima de su condición, y esta experiencia de fuerte connotación metafísica permite a veces a los que la están viviendo experimentar un sentimiento de eternidad.
Así pues para los que se reconocen en ella la corrida transmite valores éticos y estéticos fundamentales.
No es la resurgencia condenable de una barbarie anacrónica que es necesario erradicar, sino que se asienta en una modernidad que va acompañada desgraciadamente en otros muchos campos por una pérdida de referencias que no se encuentra en nuestras plazas.
Esta batalla de las ayudas comunitarias a los ganaderos, también la hemos ganado. Y desde entonces, Europa ya no se ha manifestado sobre el tema.
¿ Habrá más ataques ? ¡ Por supuesto ¡
Pero ahí estaremos para sortearlas.
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