Y
es que, probablemente, la tauromaquia sea la última manifestación
visible de una herencia maldita: el recordatorio de que mañana
podemos amanecer rodeados de belleza o en el mismo corazón de las
tinieblas. Esa inhumanidad consustancial a la Fiesta, alejada del
triunfalismo, es la razón y justificación de su existencia, mucho
más que mil faenas hermosísimas de Manzanares.
Gloria
Sánchez-Grande – Aquí el artículo completo -
Fotos:
Andrew Moore
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