lunes, enero 27, 2014

Francisco Ruíz Miguel

 Los victorinos por sí solos, sin los lidiadores adecuados, no hubieran generado gran espectáculo, por supuesto. El espectáculo se producía en el primer tercio si había un torero que supiera plantear la lidia de forma que los toros dieran la caba medida de su bravura y fortaleza. Para fortuna del ganadero y de la propia fiesta, esos toreros surgieron de inmediato y se conviertieron, también ellos, en favoritos de la afición madrileña. Primero fue Andrés Vázquez, aún en timpos predemocráticos; luego, Ruiz Miguel. Con este último torero la Plaza de Las Ventas conoció tardes heroicas de indescriptibles emociones. El valor y la capacidad dominadora de Ruiz Miguel llegaron a ser asombrosos. -sigue en el blog Dominguillos-

Joaquín Vidal


Vía: @Ivancolomer

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