Una vez en una corrida en Madrid, Antonio Ordoñez estuvo muy bien con un toro pero no lo mató. Después en la Cervecería Alemana estábamos comentándolo con Domingo Ortega y los Dominguines quienes le decían que había sido una pena que no hubieras tenido suerte al matar el toro. Entonces Domingo Ortega dijo: "No Antonio, no, no es que no tuvieras suerte y el toro no te haya ayudado. Porque yo cojo un burro, te lo trabo, te doy una espada sin muleta y tu entras a matar y le metes la espada". El ejemplo es fenomenal. Si vas a matar al toro, se pare o no se pare, lo matas.Rafael Ortega (entrevista realizada por José Ramón Márquez y Andrés de Miguel en el mes de marzo de 1993 y publicada en la revista Encuentros de Catay de 2012)
Foto: Juan Pelegrín
Al hilo de estas sabias palabras del maesto Ortega, se me ocurtre comentar que la suerte de matar es la "suerte de matar" y no la de "entrar a matar": Esto viene a cento de la moderna tendencia, cada vez mas frecuente, del presunto torero que entra a matar, pero al no hacerlo por quedar la espada mal colocada, no repite la suerte mor "miedo a peder la oreja" y se pone a esperar la muerte del pobre animal por desangramiento, cansancio o aburrimiento. La cuadrilla colabora con mantados, el presunto torero adoptando posturas desafiantes o de "conmiseración" con el animal y lo que es mas sorprendente, el publico aplaudiendo la decisión de "no entrar de nuevo a matar". Estos vergonzosos momentos , carentes de toreria y del mas ligero sentido de la ética, pasan desapercibidos y no son nunca censurados por sectores criticos de las plazas. Estamos tan "posmodernos" que olvidamos que los toreros, antes que toreros son "matadores de toros". juansintierra
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