…¡atención!, han bastado unos pocos años de selección para y por el torero para que una buena parte de la cabaña brava española, pierda su adjetivación y camine de vuelta a sus verdaderos orígenes, el buey para el arado o para la carreta –que para ambas utilidades siempre hubo ganado mular que sustituyera en parte al mentado-. Selección contra la verdadera naturaleza de una raza creada artificialmente por el ganadero del XVIII y XIX, pero que hoy es un verdadero tesoro genético para España, porque si antaño siempre se seleccionó buscando la acometividad y la bravura –sobre todo en el caballo-, en las últimas décadas se ha hecho buscando el toro artista -¡cómo si fueran seres humanos, empeñado su intelecto y su creatividad en las embestidas borreguiles!-, el astado colaborador, o el bicho que no moleste –último concepto puesto en marcha, camino de la mansedumbre más absoluta-.
La cita es de Rafael Cabrera
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