No obstante, es un hecho cierto la decadencia de la embestida y de la casta. Esa pérdida de la bravura repercute en la calidad del toreo. Hay ocasiones en las cuales resulta imposible lidiar, porque sin toro no hay toreo. Por algo será que las corridas de toros se llaman así, y no corridas de toreros. En este sentido, me considero torista, no torerista
Claudio Rodríguez (Invitación a un arte efímero)
Y, además de aficionado, era un poeta extraordinario.
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