Yo también tuve la suerte de presenciar esa corrida. Lo unico que puede decirse, sin temor a caer en la exageración apasionada, es que cuando el Cid estoqueó al cuarto toro, parecia que todavía íbamos por el primero; así de rápido nos habia pasado la tarde. Tempus fugit cuando se torea de verdad.
El resto lo ya sabido: sin toro no hay fiesta que valga..... pero sin torero tampoco. Convendría en esta epoca de triunfalismos y de busqueda de nuevos mesias, echar un vistazo a la trayectoria del Cid, una trayectoria larga y bien fundada.
Se demostró tambien que el toreo primero es lidia y despues arte, pero no al revés.
Mencion aparte el gran cuidado que hubo a la hora de mimar a los toros: ni un capotazo de más por parte de los peones; nada de masacrarlos en el burladero de castigo; el Cid lidio en la capa llevando al toro al caballo muy metido y humillado; siempre buscando que el toro fuera recto, etc y etc.... Eso que tan poquito suele verse en las corridas de bombero torero que tanto abundan.
Poco más puedo recordar de una tarde en que la emoción estuvo siempre en la boca del estómago; una tarde de las que crean afición; en las que el torero se convierte en un Maestro que nos enseña a la afición cómo se tiene que torear.
Yo también tuve la suerte de presenciar esa corrida. Lo unico que puede decirse, sin temor a caer en la exageración apasionada, es que cuando el Cid estoqueó al cuarto toro, parecia que todavía íbamos por el primero; así de rápido nos habia pasado la tarde. Tempus fugit cuando se torea de verdad.
ResponderEliminarEl resto lo ya sabido: sin toro no hay fiesta que valga..... pero sin torero tampoco. Convendría en esta epoca de triunfalismos y de busqueda de nuevos mesias, echar un vistazo a la trayectoria del Cid, una trayectoria larga y bien fundada.
Se demostró tambien que el toreo primero es lidia y despues arte, pero no al revés.
Mencion aparte el gran cuidado que hubo a la hora de mimar a los toros: ni un capotazo de más por parte de los peones; nada de masacrarlos en el burladero de castigo; el Cid lidio en la capa llevando al toro al caballo muy metido y humillado; siempre buscando que el toro fuera recto, etc y etc.... Eso que tan poquito suele verse en las corridas de bombero torero que tanto abundan.
Poco más puedo recordar de una tarde en que la emoción estuvo siempre en la boca del estómago; una tarde de las que crean afición; en las que el torero se convierte en un Maestro que nos enseña a la afición cómo se tiene que torear.
Que tomen nota los Cayetanos y los Talavantes....