domingo, septiembre 04, 2016

La afición


Los aficionados a los toros constituyen un cuerpo místico vertebrado por dos grandes valores: el amor y el respeto.

El amor sin fisuras al toro bravo que implica el conocimiento total de su historia, procedencia, estirpe, comportamiento, reacciones, estímulos, vicios y otro sin fin de características que definen a tan peculiar animal criado exclusivamente para la lidia.
El respeto al toro bravo exige el trato digno durante toda su vida, desde su nacimiento hasta su lidia y muerte, momentos delicados en los que no se admiten ventajas ni atajos ni despropósitos.

El amor y el respeto a los toreros que se visten de luces para escenificar la liturgia necesaria para que el espectáculo se convierta en un acontecimiento eterno en la memoria de la afición con riesgo de su vida. Nunca será suficiente el agradecimiento a quienes pierden la vida en el intento o ven mermada su condición física por motivo de un percance desgraciado en el desarrollo de su peculiar oficio. Naturalmente ellos forman parte preferente de este cuerpo místico de que hablábamos antes. Los recordaremos siempre: son nuestros héroes, son nuestros mártires.

Que lo vulgar pase a bueno e interesante o se convierta en excepcional y sublime depende del toro y del torero, que la emoción llegue a los tendidos, que sintamos la boca seca, los pelos de punta y los ojos húmedos depende de ellos, y a eso vamos a la plaza los aficionados: a emocionarnos con un arte irrepetible y único que precisa de una sensibilidad muy especial, de un conocimiento pormenorizado, de una atención máxima y de una escuela que se prolonga durante toda la vida.
No es fácil el ingreso en este nirvana, precisa de unas características personales muy especiales además de una formación importante, muy difícil de adquirir sin ayuda, de comprenderla sin sucintas explicaciones que suelen venir por vía familiar o por la coincidencia en la plaza con algún iniciado dispuesto a ilustrar con sus comentarios lo acontecido en el ruedo.
La tauromaquia es un arte difícil y complicado cuya esencia no está al alcance de cualquiera, ni siquiera al de algunos toreros. Asediada por mercachifles, buscavidas, ganapanes y oportunistas sobrevive porque el arte prevalece sobre la indignidad, la trampa y la incompetencia.

Muchos enemigos nos están surgiendo últimamente buscando el descrédito de nuestra afición: su ignorancia, incomprensión e intolerancia no rebajan la estupidez de su discurso que resulta ofensivo, hay incluso quien ha osado alegrarse de la reciente muerte en el ruedo de nuestro torero Victor Barrio lo que deshumaniza totalmente a esta persona inhabilitándole para cualquier función relacionada con el resto de sus semejantes.
Debe saber este sujeto y todos los detractores que nos persiguen con saña pero sin lógica ni razón que gozan de nuestro más absoluto desprecio.

Jandro
domingo, 4 de septiembre de 2016

Dedicado a Víctor Barrio que permanecerá eternamente en nuestra memoria.
Foto : Andrew Moore

4 comentarios:

  1. Jandro, maestro: un buen texto se escribe con el corazón, como tu lo haces. Pero mejor que tu texto, que es lúcido y breve como toda verdad, es verte en la plaza con esa mirada irónica y sabia. Eres un ejemplo de aficionado cabal, como los son esos dos secuaces que te acompañan en la foto. ¡Ole la toreria de los buenos aficionados!.JUANSINTIERRA

    ResponderEliminar
  2. Gracias Juan, agradezco tus halagos porque sé que salen de tu corazón, un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Alejandro por estas honestas palabra.
    El mejor homenaje para este arte.

    ResponderEliminar