Javier: Ya poca gente recuerda los años de competencia de Ortega Cano con otro gran torero que fue el malogrado Julio Robles y alguna tarde en que pusieron las Ventas en pie con sus quites. Sí, en los quites, otra víctima del simulacro de la suerte de varas, otra cosa que ya no vemos nunca. Pocos se acuerdan de que este atildado personaje que ha generado la prensa rosa, se caracterizó por un valor y un arrojo estoico, firme, serio: todavía lo estoy viendo arrojarse entre los cuernos de un toro para cobrar una estocada impresionante y salir por la puerta grande de Madrid, puerta que abrió, no lo recuerdo con precisión, cuatro o cinco veces y tres Julio Robles. Recuerdo aquellos años, 1986, 1987, 1988 como los de consolidación de una afición que ya tenía desde casi niño, yo era más partidario de Julio Robles aunque, ahora lo se, seguramente por aquello de hacer patria (o sea, una tontería) pero lo cierto es que uno y otro tenían un concepto verdaderamente clásico y serio del toreo, es una verdadera pena que tanto el uno como el otro, por motivos distintos (cualquier buen aficionado de cierta edad recuerda la terrible cogida de Julio Robles que lo apartó de los ruedos y prácticamente de la vida), hayan tenido tan fatal destino: sic transit gloria mundi
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Foto: estocada de Julio Robles. Creo recordar que la foto la cogí de blog de Agustín Hervás
Se que es facil hablar a toro pasado, pero si tengo que ser sincero, en mi recuerdo de estos dos grandes toreros,a los que vi torear tantas y tantas tardes, resalta la sensación de percibir en ellos una cierta fragilidad. No se, es dificil de explicar, pero recuerdo a ese Julio Robles con su "tic" caracteristico: ahuecando con un dedo el cuello de la camisa y el moviendo nervioso de su hombro y de su cuello , (curiosamente ese cuello que luego truncaria su vida) le recuerdo vestido de blanco y oro y de blanco y plata. Le recuerdo sufriendo una tarde tras otra para matar sus toros. La verdad es que no mataba bien. Recuerdo la sensación de los aficionados que acudiamos a empujarle a las Ventas " a ver si por fin abria la puerta grande". Recuerdo perfectamante la alegria de la plaza la tarde que lo consiguió. Recuerdo a un Ortega Cano, palido, casi translucido y muy, muy delgado, jugarse la vida en una tarde de Agosto, ante un cuarto de Plaza. Ese triunfo grande que enderezó el rumbo de una carrera que estuvo "a las puertas" del fracaso. Estos dos toreros tenian ya entonces en el rictus de sus bocas y en el fondo de sus miradas, la cicatriz torcida del sufrimiento .Juansintierra
ResponderEliminarPues yo recuerdo la tarde de los quites, creo que en el año 87 con toros de Felipe Bartolomé (Santacoloma), lo bien que torearon los dos. Recuerdo a Ortega Cano en el año 91 en que triunfó en San Isidro y luego la Beneficencia en el mano a mano con César Rincón (toros de Samuel Flores muy diferentes a los de estos años). El maestro Joaquín Vidal titulaba una de sus crónicas "El año del cometa Ortega".
ResponderEliminarMulillero