domingo, junio 19, 2011

La revolución (Juan Cruz Gastón)

Leo el artículo en larioja.com. Les enlazo al mismo y copio unas lineas:
-No es la primera vez que me pregunto lo que está sucediendo en este complejo mundo del toro y del toreo. Siempre encuentro la misma respuesta. La culpa la tenemos todos pero la principal, yo lo creo así, la tenemos los aficionados y por qué no decirlo, los profesionales de la pluma, del micrófono y de la tele. No todos, me refiero a los paniaguados, a los que están en la 'nómina' de los toreros figuras, los que cantan como extraordinario lo que es vulgar, los que magnifican la labor del torero pagano para los que siempre tiene la culpa el toro. 
-Si escribo que la principal culpa la tenemos los aficionados es, sencillamente, porque hemos tolerado en la plaza, poco a poco, como hacen los nacionalistas, la disminución de la bravura del toro; porque hemos tolerado tropelías como el afeitado o la droga, los que hemos censurado a esos grupos reducidos de aficionados puristas, exigentes que protestan airadamente lo que consideran, no siempre con razón bajo mi punto de vista, que no merecen ver por el precio pagado. Esos grupos que eran los que marcaban el camino bueno para la fiesta casi han desaparecido. Las empresas veían como enemigos de sus intereses a esos grupos, que estaban en todas las plazas y ferias importantes, e hicieron todo lo posible por erradicarlos. ¿ Y ahora qué? De qué nos quejamos si nosotros mismos tenemos parte de culpa.
La 'comodidad', siempre peligrosa, de las llamadas figuras del toreo amparada por los propios ganaderos y empresarios ha colocado a la fiesta en una situación difícil. Si los toreros que pueden, en lugar de palabrería sobre ser o querer ser toreros de época, hicieran lo que hacían las figuras hace 50 años, no dejarse ganar la pelea, competir en el ruedo y no en los despachos, la situación podría cambiar, pero los pocos que tiene la moneda no la quieren ni cambiar ni perder. Así estamos.

2 comentarios:

  1. Que grande el maestro Juan Cruz y el sabe muy bien de lo que habla al decir de aficionados y pesebreros de la pluma.

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  2. Sí, eso lo sabe cojonudamente. Doy buena fe de ello. Lo sabe muy bien

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