Hay ganaderías o toreros que consiguen que recorras media España para verlos en la plaza. Son pocos, pero los hay. Y por ellos nunca pesan los kilómetros. Es el caso del Cerro de San Albín: todos los años peregrinamos a Mérida para ver cómo asoma por la puerta de chiqueros. La presentación de esta revista es un cartel de relumbrón marcado en rojo en el calendario. De paso, nos reunimos un nutrido grupo de amigos y aficionados para hablar de toros o de lo que se tercie. De director de lidia tenemos a Pedro García Macías, que es como los toreros grandes, que nunca dejan de serlo aunque se corten la coleta. Este año lo arropaban tres ganaderos que se dejan la piel por enaltecer su profesión: Fernando Cuadri, Adolfo Martín y Tomás Prieto de la Cal, junto a la buena aficionada, y amiga, Irene. Hombres con la cara curtida por el sol, que hablan sin rodeos y que, aunque a veces les cueste creerlo, NO, no está todo perdido. Al menos, no mientras existan iniciativas como el Cerro de San Albín.
Foto: Javier Arroyo
Fué bonito porque hablabamos el mismo idioma..que raro es ir a un país y no enteder un "carajo" ..eso es lo que pasa en nuestra fiesta nacional. Que otros habla otro idioma distinto al nuestro y no nos entienden...pero es muy fácil.. todo es ponerse a estudiar y aprender. Quien quiera lo puede hacer.
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