miércoles, mayo 24, 2006

La policía en las plazas de toros.


Tanto Rosa como Mundotoro se hacen eco de los diversos y lamentables incidentes protagonizados por la policía y varios periodistas gráficos, y público, que presenciaban la salida por la puerta grande de El Cid.
Si obsevamos cualquier festejo taurino, y en especial las corridas de toros, la presencia de la policía , de la autoridad, es siempre constante y me atrevo a decir que desmesurada. Vemos policia fuera del coso, en el callejón, en las bocas de los tendidos, en los palcos, y , por supuesto, en el palco de presidencia; la máxima autoridad, salvo excepciones, es un miembro de la policía.
Esto nos haría pensar que estamos ante un espectáculo proclive a los desórdenes públicos, y la verdad es que nada está mas lejos de la realidad. Si ahora pienso en algún incidente grave acontecido en un ruedo taurino me debo remontar a los sangrientos incidentes ocurridos en Pamplona a medidados de los años 70.
¿Entonces a qué tanta seguridad?.
Partimos de una realidad: el poder político siempre ha querido, y quiere, controlar todos las parcelas de nuestra vida, sobre todo los actos públicos.
Seguimos con un hecho: Festejos taurinos, fiestas populares, ritos que giran arededor del toro y que se han producido desde tiempos inmemoriales. Verdaderas "explosiones" populares, con sus normas propias, sus costumbres, sus ritos. Fiestas incontrolables por el poder civil y que , seguramente, fueron origen de numerosos altercado de orden público a lo largo de la historia.
En este contexto podemos enmarcar , en parte, una extensa normativa antitaurina que se remonta a Isabel la Católica, Felipe II, la bulas papales, Carlos III..., el poder intenta destruir lo que no puede controlar.
Pero esa política/legislación represiva choca con una realidad que la hace inutil.
Llegamos al siglo XVIII y el ante la imposibilidad de "vencer" al enemigo, el poder decide unirse a él. Por primera vez se regulan y establecen las corridas de toros tal y como hoy las entendemos.
Lo primero que se hace es sacar al toro de las plazas y calles de los pueblos y llevarlo a recintos cerrados y apartados de la población.
Luego se pretende controlar hasta el más mínimo detalle; el reglamento taurino es de una meticulosidad exagerada. Todo se regula.
Asímismo el poder civil, representado por la policía asume un papel principal en la corrida de toros.
La corrida sólo se celebra "con el permiso de la autoridad", y luego vemos a los alguacilillos haciendo el despeje de la plaza, y el paseillo se rompe bajo el palco del presidente/policía al que se saluda, y el primer toro se debe brindar al presidente.....
En fín....lo arriba expuesto es una idea ya recogida, con diversos matices, en la obra de Manuel Delgado "De la muerte de un Dios".
Nota: La foto la he tomado de la página oficial de Las Ventas.

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