La corrida de Bañuelos no fue tal, en primer lugar porque hubo tres toros chicos, con el remate justo y mediocre presencia: primero, tercero y sexto. Y en segundo lugar, y lo que es más importante, porque los toros no fueron toros. Fueron un sucedáneo. No se crean todos los piropos que leerán en los portales taurinos y periódicos varios, sin duda con este encierro se pondrán de acuerdo y rellenarán las crónicas con una cantidad ingente de adjetivos pedantes que uno no sabe si hablan de toros de lidia o de bailarinas de flamenco. Mientras no salga uno de casta y condición brava no hay problema, en ese caso se produce el desvarío total y se encuentra uno con una amalgama de calificativos de toda índole, a cuál más disparatado. Es hilarante cotejar las barbaridades que cuenta la crítica de hoy cuando aparece la bravura por el ruedo.
VAZQUEÑO
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