Sensibilidades
El aficionado taurino
generalmente tan cainita y tendente al juicio sumario cuando de juzgar la
actuación de los toreros se refiere, sin atisbo de la benevolencia espiritual
que ilumina a los jurados populares valencianos, suele en ocasiones dejarse
arrastrar por la nostalgia más incomprensible y meliflua.
La nostalgia, esa conocida puta
de la memoria que hace que los recuerdos pasados nos parezcan mejor de lo que
realmente fueron y nos lleva a desmerecer el presente, juega siempre malas
pasadas en todos los terrenos, sobre todo en el sentimental pero también en los
toros.
Que un cartel como el que se dará
en la próxima feria de Arles con dos señores mayores como Ruiz Miguel y Victor
Mendes sea bien acogido no deja de ser si no el resultado de un chantaje
emocional bien vendido que aceptamos con cariño indulgente sin reparar en el
escabroso daño que supone para esta fiesta de toros.
Y con estas cosas, la fiesta de
toros se resiente porque se la ultraja en su concepto legitimo; si aceptamos que
dos venerables abuelos pueden lidiar una corrida en puntas en una plaza de
primera con rendimiento “satisfactorio”, estamos eliminando el
sentido heroico que esta fiesta tiene, al final suprimimos toda la grandeza, esa
grandeza que hace que el que se sienta en el tendido vea al torero como un
héroe, en el caso del anfiteatro de Arles, un gladiador romano y se llegue a la
fácil conclusión de que eso aunque no lo pueda hacer cualquiera si hay muchos
que lo pueden hacer y no es tan meritorio.
Si el aficionado se deja llevar
por la melancolía, no menos cabe decir que los dos matadores referidos no
respetan su profesión y solamente hacen uso de la memoria colectiva para sus
propios intereses lucrativos.
De la empresa de Arles mejor no
hablar porque esos ni siquiera tienen la hoja de servicios de Ruiz Miguel y
Mendes, simplemente han encontrados dos buenas bazas comerciales, para ellos
rentables y baratitas y así evitar tener que contratar a los toreros actuales
que pudieran tener más interés y exigir una mayor remuneración, en represalia
por toda la guerra abierta actualmente por derechos de imagen y cotas de
poder.
Y con todo el respeto del mundo
hacia el infortunado Juan José Padilla y a sabiendas de lo impopular que digo,
emito las mismas reflexiones para su caso: una persona con tan sólo un ojo
difícilmente puede estar en facultades para la lidia de un toro, una nueva
desgracia puede ocurrir y si el torero logra el triunfo la desgracia ocurre para
la fiesta, porque la lidia del toro actual admitiría un torero en tales
condiciones.
Sin embargo, los públicos
recibirán a los tres como súper hombres, lo que en realidad no son, llevados por
esa ola de nostalgia y melancolía que tanto nos gusta a los seres humanos y este
espectáculo que cada temporada resulta más edulcorado ira languideciendo sin
margen de mejora.
Imagen: Equipo Crónica
Totalmente de acuerdo en lo de Padilla, pero el buenismo reinante no parece querer oírlo.
ResponderEliminarTengo entendido que Manuel Dominguez "Desperdicios" despues de tuerto por cornada de un Concha y Sierra, reaparecio con la misma ganaderia y siguio en su profesión por mucho tiempo,llevando buen publico a las plazas y con toros de los de antes, Padilla para torear lo que le estan firmando con uno le basta y sobra ademas es un asunto de su afición y hombria, esta bien, que las aproveche,que solo le daban lo que los de arriba no querian y si puede que vueva a sus castas,que es donde luce, de Ruiz Miguel y Mendes no estimo que sea solo por el dinero,tienen viva su afición,no han dejado de torear y viendo los toretes-carrtilla de los "figurones" entienden que con su maestria lo pueden hacer mejor, sin hacer el ridiculo a pesar de sus edades,esa es mi opinion de aprendiz de aficionado.-Saludos de Encastao
ResponderEliminarEste comentario tan sensible lo podía haber publicado el mismo G10. ¿ Todo lo que no son figuritas no valen para la Fiesta ? Lo divertido será ver en el anfiteatro de Arles que estos "abuelitos" van a congregar más gente que esas mismas figuras el año pasado, no por morbo o nostalgia, sino porque los aficionados franceses saben que, a pesar de su edad, poseen la virtud más grande que se le debe de pedir a un torero : ¡ el pundonor ! Quizás pegarán menos pases, pero seguro que serán más sentidos, y frente a una corrida que los señoritos del G10 habían descartado.
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