martes, febrero 07, 2012

Sobre la corrida de Mondoñedo en Bogotá


 la más grande corrida de TOROS vivida en los últimos años, y sin mucho miedo a exagerar, tal vez, la más verdadera que he presenciado en mis años de aficionado.
 Emocionado hasta las vísceras porque durante dos horas y pico todo esto de la tauromaquia volvía a tener sentido. Por muchas tardes, todo fue sopor, indignación y aburrimiento. Tardes tristes, esperando, soñando con un encierro que parecía que nunca iba a llegar. Añorando una ilusión que no parecía se real. Pero lo fue. Mondoñedo nos devolvió la esperanza, la afición, el sentido de la Fiesta Brava, el respeto hacia el TORO Bravo. Por dos horas y pico, Bogotá se entregó a una corrida que, a pesar de los miles de asientos libres, los que creímos y seguiremos creyendo en esto nos debemos sentir privilegiados.
Y allí estaba Luis Bolivar. Copio el relato que haze Abadia de la lidia del 4º toro:
  Un castaño quemado, 530 kilos, casi 5 años, ¡un varón! Es que sólo este animal pagará todas las chotadas que me he chupado y me alimenta la afición por muchos años más. Salido de chiqueros la Plaza se pusó en pie a aplaudirle. Bolívar sabía que hay estaba el TORO. Lo capoteó con dominio y deteniendo ese tren de carga. Bien llevado al caballo, se vivió una pelea única. Sin miramientos, se fue sobre el caballo, metió la cabeza, levantó sus patas por encima de la mona con el rabo erguido en una estampa perdida de la suerte de varas. El picador,- mérito propio, logró mantener la cabalgadura y pelear con el mono. Aplaudida esta suerte, el del caballo se descubrió la cabeza y estábamos extasiados. Al menos yo. Como la constante, en los palos había miedo y respeto. Bolívar trasteó él mismo a su animal, era suyo. Tres palos en lo alto y el caleño salió a torear montera en su cabeza. Bravura vs. torería. Las primeras tandas fueron buenas, pero pronto el mono se fue encima del moreno. Desmonterado, Bolívar empezó a sudar y TORO a aprender, exigía una mano MUY dura. Yo al quinto muletazo ya estaba entregado a la embestida de este castaño. Su embestida era genuina, como su arremetida al caballo. La cara abajo, besando la arena de la Santamaría. Su rabo arriba, sacudiéndolo con alegría. Para mi, y si no estáis de acuerdo nos vamos a los golpes (no mentira, ni pa’ tanto) era un animal de indulto. No tenía que ver más. Su trapío, su alegría a la salida, su poder, se pelea en varas, se peligro en banderillas, como humillaba en la muleta… I loved you, mono. 4 real. El animal, exhausto y con una pelea a muerte, se entregó. Bolívar tampoco quiso dar más. ¿Faltaron muletazos para el indulto? No creo, al menos yo ya lo pedía. La pelea se diluyó, ni público ni Presidencia otorgaron algo, pero el TORO había pasado por ahí. Eso me importa más. Lo había visto. Bolívar, una oreja larguísima. Las contradicciones de la Fiesta.
Nota: Mientras, El Juli "triunfaba" en México
Nota añadida: Así hablan de la corrida en "toros, literatura y más"

1 comentario:

  1. Maravilloso el encierro, en efecto. Ojalá hayas leído mi entrada al respecto en www.torosliteraturaymas.com. Saludos.

    ResponderEliminar