Ve usted, Papa Negro, mis morrocotudas limitaciones, sí que conocía esta pintura de pasada y siempre se la atribuí a Goya, nena, el inventor natural del impresionismo. Es más, desconocía que existiera un tal Antonio Carnicero, para más inri de Salmanca, tierra de mis orígenes.
Tampoco es que una se chupe el dedo, ya que siempre, como dije, me llamó la atención la paranormal pamela que el genio le había colocado a este chulapo. Eso sí, me hubiera matado con cualquiera defendiendo la autoría de Goya, que me cantaba a mí demasié en cómo está pintada la hebilla del zapato del pie derecho del personaje.
Dada a la fabulación nocturna hasta le había asignado época a la obra -burra yo- pues al observar una marina de fondo, dije, date, de cuando el Maestro pasó un tiempo en S. de Barrameda, trajinándose a su amante, la duquesa de Alba.
Siempre me llamó la atención la pamela que le colocó Goya a este torero. ¿Pretendería afeminarlo?
ResponderEliminarLa condesa de Estraza
Ve usted, Papa Negro, mis morrocotudas limitaciones, sí que conocía esta pintura de pasada y siempre se la atribuí a Goya, nena, el inventor natural del impresionismo. Es más, desconocía que existiera un tal Antonio Carnicero, para más inri de Salmanca, tierra de mis orígenes.
ResponderEliminarTampoco es que una se chupe el dedo, ya que siempre, como dije, me llamó la atención la paranormal pamela que el genio le había colocado a este chulapo. Eso sí, me hubiera matado con cualquiera defendiendo la autoría de Goya, que me cantaba a mí demasié en cómo está pintada la hebilla del zapato del pie derecho del personaje.
Dada a la fabulación nocturna hasta le había asignado época a la obra -burra yo- pues al observar una marina de fondo, dije, date, de cuando el Maestro pasó un tiempo en S. de Barrameda, trajinándose a su amante, la duquesa de Alba.
La condesa de Estraza
Perdón, Papa Negro, he vuelto al cuadro, y me refiero a la hebilla de la calzona de la pierna derecha: guapa.
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