viernes, julio 27, 2007

Estamos solos


6 comentarios:

  1. Tus palabras Marcelo,al unísono de otros... ponen pilas...estamos solos, como bien dices y por ello no debe ninguno de los del "autobús" tomarse un respiro...pido disculpas porque necesitaba un "impás", pero vuelvo a la carga... Tu análisis es brutalmente real y extraordiario en su planteamiento. Gracias.
    Pgmacias

    ResponderEliminar
  2. no perder la ilusion, ahi estamos hasta que podamos

    ResponderEliminar
  3. La idea de que el toro verdadero y la "emoción"que genra el riesgo son la salvaguardia de la fiesta, con todos los respetos,me parece una simplificación. En mi opinión la cuestión está mas en la apelación a la ética. Solo desde la defensa de valores "morales"puede defenderse la fiesta de cara al futuro. si un torero no justifica con su "superioridad" moral, la tortura y el sacrificio de un animal, las corridas de toros se extinguirán. Las corridas de toros tienen su fundamento en la exsigencia de verdad y pureza en el torero. Un torero puede y debe torear en pureza un eral o una vaquilla. En ese sentido, recuerdo uas imagenes en un documental del Edgar Neville, de Belmonte, con mas de sesenta años,toreando en una placita una vaca esmirriadita. Esa forma de dar el pecho, de andarle provocando la embestida con su cuerpo cruzandose siempre al pitón contrario.Dice Bergamín: el torero no engaña al toro: lo desengaña. Si no hay una exigencia "etica", la corrida de toros es una tortura, que la "estetica" nunca puede justificar. Por insignificante que sea un animal, tiene su dignidad. Y un torero, auténtico, debe darle una muerte digna. Por el contrario, por grande y fiero que sea un animal, si el torero y los que le acompañan se empeñan en no asumir su compromiso "etico", siempre encontrarán la manera de mentir. La historia de la tauromaquia está llena de grandes mentirosos.

    ResponderEliminar
  4. Anonimo, esta extraordinaria reflexión, se merece un nombre.
    Totalmente de aucerdo.Solo matizar que tambien con los toros se engaña, no es lomismo un toro bravo que un toro domesticado y manipulado.

    ResponderEliminar
  5. En primer lugar, muchas gracias a Javier y a Pedro por los comentarios. Creo que no he hecho otra cosa que formular los temores que muchos de nosotros compartimos.

    Por otra parte, si bien no he sido capaz de seguir suficientemente la línea argumental del amigo anónimo, me tengo que reafirmar en que, sin toro, no hay estética que valga y cualquier concepto de ética desaparece. Los tentaderos dan para mucho. Ya se nos ha pretendido hacer tragar toros indecorosos echando mano al desgraciado y fatal accidente de Manolo Bienvenida para demostrar que todo animal tiene riesgo, y ahora un provecto Belmonte toreando una vaquilla se supone que reivindica la ética a través de la estética. La estética la dejo de lado porque tiene demasiadas ramificaciones para ponerse a debatir sobre ella aquí, pero la ética en el caso del tentadero está salvaguardada por el hecho que Belmonte no concluyó pegándole un bajonazo a la vaquilla, ni nadie pagó una entrada por ver torear, prácticamente de salón, al maestro. Aunque, dicho entre nosotros, yo lo hubiera hecho, pero eso es otro tema.

    A mi modesto entender, la única justificación para la presencia de un torero en el ruedo, es la presencia de un toro al que haya que dominar, que exija valor y conocimientos y cuya muerte sea el resultado de un combate (uno de los sinónimos de lidia), se haya desarrollado éste por la vía del arte o de la lucha, pero siempre a través del dominio y de la demostración de supremacía del hombre frente a la fiera, que es el objetivo primario de la fiesta. Si no hay fiera, la supremacía es indemostrable y el combate pierde sentido. Esta premisa vale para todos, artistas o legionarios, y la división que pretende hacer el taurinismo entre corridas “duras” o “blandas” es falaz porque, si hay casta, todas las corridas son duras, aunque el toro sea noble y repetidor. La diferencia está en el riesgo y en la calidad del torero, artista o no, para enfrentarlo. Actualmente, la casta y la bravura son características que definen al toro “intoreable”. La historia nos demuestra que no es así.
    Perdón por la paliza. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. De acuerdo al cien por cien con tus palabras, Marcelo. Tanto en el artículo de El Chofre como en tu comentario aquí en el post. La emoción que conlleva el riesgo jamás puede ser una simplificación, porque es la razón de ser, la esencia y el núcleo de la fiesta, algo que de ninguna manera puede simplificarse ni engrandecerse porque, simplemente, está ahí desde sus inicios siendo inherente a ella, y el día que desaparezca del todo, si por desgracia ocurre, será el momento que la fiesta tal y como la concebimos los que hemos llegado a conocerla haya dejado de existir definitivamente.

    ResponderEliminar