martes, junio 02, 2015

Sobre la corrida de Partido de Resina

Para quien se haya dedicado a mirar el toro, y esto excluye de manera expresa a los que tienen la nefasta costumbre de ver la corrida por la deprimente televisión, la corrida ha sido de lo más interesante, por la sencilla razón de que los Partido de Resina han presentado un completísimo catálogo de incertidumbres, maneras cambiantes, humores de vaivén y despistes varios, todo ello bajo una cierta capa de mansedumbre, no de tanto gramaje como querrán decir por ahí y también con sus puntos de bravura, para quien haya estado atento.

Partamos de la base de que estos toros no sirven para lo de todos los días, (...) Los toros herrados con la boca del horno no regalaban nada de salida y lo primero que estaban pidiendo era una lidia, no un conjunto de capotazos, uno aquí y otro allí, sino una lidia ordenada que los fijase y los ahormase.

De eso no hubo nada en los ciento veintiún minutos que duró la corrida.
(...) Y así discurrió el primer tercio: toro suelto y a su albedrío que ve en lontananza al picador de la segunda suerte y se arranca a él desde el burladero del 6 sin atender a los capotes que se le tienden, toro que es puesto al relance, toro que se abalanza sobre el picador cuando el semoviente anda por el tendido del 10 camino de su sitio, toro al que se pone, se cita y se arranca con alegría, toro que va cambiando en varas: la primera huido, la segunda entrando con alegría, toro que después de apretar se va suelto del caballo volviendo grupas en dirección a chiqueros... una variedad bastante inusual de situaciones las que se han dado en el primer tercio de esta vigésimoquinta de abono, bastante lejos de lo de todos los días. Y eso que no hablamos de las fatiguitas para ir llevando a los toros al caballo, que ellos sólo querían hacer lo que les daba la gana. Y luego en banderillas, lo mismo: peones acosados hasta la misma boca del burladero, banderillas puestas de una en una, pasadas en falso y demás repertorio que se da cuando los de abajo no se fían ni un pelo del de negro (en este caso de los cárdenos), tercio presidido por la presencia del toro y del cambio en sus comportamientos a medida que se van enterando o a medida que van tomando conciencia de que pueden galopar.
Digno de reseñar, por poco visto en nuestros días, el cambio de actitud de los pablorromero en banderillas. Y luego, en el tercio de muerte, la inadecuación de los trasteos a las condiciones del ganado, pues se los quería meter en el saco de lo de todos los días, cuando ellos tienen su propio saco. 
(...)
Y luego lo de las faenas sin concepto, faenas de sucesión de pases a ver qué pasa, cuando estos demandan toreo desde el minuto cero, comenzando por el ayudado por bajo mandón y poderoso para centrar el asunto y siguiendo con dos series por ambas manos, tres adornos  y una certera estocada, suficiente tarea como para triunfar en Madrid.

José Ramón Márquez en Salmonetes y Pureza y emoción 

1 comentario:

  1. ¿Ya estamos defendiendo lo indefendible? Mal vamos asi. Ha estado mal y punto, empezando por presentacion y hechuras, y acabando por el juego. De las peores de la feria. A la altura de semejante mala corrida solo esta la mala terna que la lidio.

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