Todo cambió radicalmente al asomar el cuarto, que hizo de salida dos cosas privativas de Miura: descararse con los tendidos nada más saltar al ruedo y dolerse con ganas de la divisa. Y barbear las tablas. Rafaelillo lo esperó de rodillas en tablas: la sorpresa de una larga cambiada de rodillas librada con suma destreza y, enseguida, templados lances genuflexos de buen vuelo. El toro quiso saltar la barrera y estuvo a punto. Se agarró certero y duro en dos varas Juan José Esquivel, gran picador, lidió muy bien Pepe Mora, el toro se dejó banderillear sin avisarse ni esperar.
Rafaelillo brindó desde los medios. Eran las ocho y diez, se había echado el viento. Y entonces vino casi en cascada una faena de asiento, listeza, temple y entrega sobresalientes. La entrega fue firmeza, aguante sin reservas. El temple, acoplarse al son del toro, que aceptó trato muy delicado. La listeza, la inteligencia de enganchar por delante los viajes del toro. Asiento para ligar muletazos ajustados en tandas bastante más largas de lo que suelen consentir los toros de Miura: cuatro y el de pecho; o cuatro y tres rematados con el de pecho y el del desdén abrochados; o cuatro con molinete y desplante. Un arranque de casi traca –de rodillas Rafaelillo en una tandita de tres- y un rampante y explosivo final: de frente con la izquierda, algunos de ellos ayudados, y el postre de una casi furiosa tanda con la diestra. De torero león.
Las cuatro o cinco tandas que mediaron entre arranque y postre, todo eso estuvo marcado por la cadencia. Sentido de la distancia: dejar llegar de largo al toro no era sencillo. Tanpoco aguantarlo en la reunión humillada. Por alto el toro sacó díscolo son y en un remate cambiado a pies juntos le desgarró a Rafael la taleguilla por la ingle y la tira de bordados.
La plaza fue de pronto un clamor. Ambiente de dos orejas de Madrid. La mejor faena de Rafaelillo en las Ventas. Tan emocionante como la que más –épicas peleas con toros de Palha, por ejemplo- pero más bella que ninguna. Una ligera precipitación al entrar con la espada. Dos pinchazos, un aviso, una estocada. Vuelta al ruedo memorable.
Barquerito
Foto: Francisco Jiménez Nota: Gran faena de Rafaelillo, lamentar solamente cierta tendencia al retorcimiento "juliano" en algunas fases de la faena.
Foto: Francisco Jiménez Nota: Gran faena de Rafaelillo, lamentar solamente cierta tendencia al retorcimiento "juliano" en algunas fases de la faena.
El resumen de la feria no puede ser mas asombroso. Un torero, López Simón, que en menos de quince días corta cuatro orejas cuajando cuatro toros y saliendo por la puerta de la enfermería, es adelantado en la raya de meta, por el Sr Castella, por torear sin pasión ni tensión, un torete tontorrón. Fracaso rotundo de las ganaderías "puras", triunfo de la Ganadería de Juan Pedro y de un "toroide" de Alcurrucen. Y de postre, Rafaelillo cuaja una faena a un "toroide" de Miura y parece que ha cuajado un faenón al estilo de Rincón. Algo pasa, algo nos pasa y me temo que es solo un anticipo de lo que nos va a pasar.JUANSINTIERRA
ResponderEliminarEstuve ayer en las ventas, y en la de Adolfo jueves. Lo que me ha gustado es claro, lo que me ha hecho mal es el uso de los aceros. Creo mas que 3 estocatas/descabellos por toro de promedio. Con los de Miura 20. Lorenzo desde Italia
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