Se pasó una tarde de toros de las que quitan la vida. Una charlotada de simulacro indecente que daban ganar de arrancarse de cuajo todo resquicio de afición que nos queda en las entrañas. Unos toros de desecho. Unos toreros presumidos y de carácter delictivo que propinaron esta pantomima tan aberrante que no la podíamos digerir. La bella liturgia taurina convertida en espesa comedia indeseable. En fin, y no sigo porque luego me llamarán mala persona. Además, pagando. Todo sea dicho.
Foto: manon
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