"Si Wellington no hubiera derrotado a Marmont el 22 de julio de 1812 en la batalla de los Arapiles, quizá el encaste Vistahermosa nunca habría existido, ni ninguna de las ganaderías que conocemos hoy día. Gracias a que los veteranos soldados de Napoleón, a las órdenes de Soult, fueron obligados a abandonar Utrera, se salvaron todas las reses existentes en la región que, de lo contrario, habrían sido devoradas. Merced a ese precipitado repliegue que tuvo lugar a finales de agosto de 1812, la ganadería utrerana se preservó, y el proceso que se había iniciado setenta y cinco años antes pudo continuar. ¡Nos salvamos por un pelo!
Pues si bien en el gran rift de la marisma, los monjes de la Cartuja de Jerez habían estado reuniendo desde hacía mucho tiempo a los especimenes de la casta ancestral que en una época vivieron en libertad, la raza que lograron perfeccionar no hubiera dejado sino una exigua descendencia de cara al siglo XX, la misma que sólo se habría perpetuado a través de tres ganaderías esenciales: Miura, Partido de Resina y Prieto de la Cal . Todas las demás ganaderías, todos los demás encastes, con las pocas excepciones de rigor, provienen actualmente del big bang fundacional que se va a producir en Utrera después de la huída de los franceses, donde, después de inverosímiles peripecias rocambolescas, el toro moderno va a nacer en menos de una docena de cortijos repartidos en apenas unos pocos kilómetros cuadrados".
Vía: Tierras Taurinas (nota: enlazo a los puntos de venta de la revista)
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