Lo que está en juego es el espectáculo, obsoleto, aburrido, decadente y manipulado por obra y gracia de los toreros, ganaderos, empresarios, apoderados, periodistas... Ese espectáculo que ha expulsado a tantos buenos aficionados es el que está en entredicho. Por culpa de tanto olvido y tanto desapego, existe el riesgo cierto de que una ley convierta en normal lo que en la calle es, por desgracia, un sentimiento natural.
Cuánta razón.
ResponderEliminarSirva como ejemplo la corrida del pasado domingo en Barcelona...por favor!!! si hasta yo pediria la prohibición.
ResponderEliminares un despropósito el estado de la fiesta en barcelona (toro aborregado para público turista), pero lo es aún mas estos políticos de mierda que se dedican a tocar las narices y hacer demagogia en vez de preocuparse de lo que debieran... Mierda de política y ganas de enfrentar a la gente.
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