Declaro mi enamoramiento de la portentosa belleza que atesora el toro de lidia, cuando se da con toda la integridad física y temperamental, con la fuerza descomunal que representa su genio, acometividad, defensa, y resistencia al sometimiento. Puedo garantizar que quien ha vivido la experiencia de inquietarse con la bravura que lleva dentro este exclusivo animal, queda capacitado de por vida para amar apasionada y desinteresadamente este espectáculo tan incomprensible. Por tanto, creo en la autenticidad de este milagro, fuera de toda especulación, negocio, tiempo, y en definitiva de toda moda que devalúe un ápice su esencia.
Foto: Manón (el toro es de Adolfo Martín)
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