Tres toques de clarín. Se abre el antro / y el silencio domina a la apiñada / multitud, que esperaba. Salta al centro / de la arena el animal soberbio, / que, con ojos furiosos, mira en torno / hiere con la pezuña el resonante / suelo, mas aún no ataca a su enemigo. / Gira, amenazadora, su cabeza / de un lado a otro y mide el primer tiento. / Su flanco azota con la cola, y rojo / rueda el ojo espantado por su órbita».
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