Copio a Javier Villán:
En tardes así, de lluvia y tierra mojada, de nubes itinerantes y cielo encapotado, dicen que el espíritu del toreo baja a la tierra desde las alturas. Y eso pareció cuando Santiago Ambel Posada se abrió de capa y meció la verónica con un ritmo suave y un juego preciso y precioso de brazos
Foto: La he tomado de la página http://www.ambelposada.com/galeria.html
Pues sí, aquellas verónicas fueron sensacionales. Con su sexto estuvo con mucho miedo, pero éste es de los de "pellizquito". Recordaba con mi padre hace poco la chupa de agua que nos tragamos, el orgullo y valor temerario de Castella -pese a los cuatro descabellos, yo pedí al oreja- y cómo volvíamos a casa llenos de emoción.
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