miércoles, mayo 11, 2011

Nada Nuevo (Capitán Alatriste)



NADA NUEVO
 

Dicen que la materia no se destruye, sólo se transforma. En los toros ni eso. Hace 25 años estábamos igual que ahora; aunque sin Internet quizás nos rasgábamos las vestiduras algo menos. El 1 de septiembre de 1986, Joaquín Vidal publicaba en El País una crónica titulada "La alegría de torear sin toro". Una cabecera que resumiría muchas tardes que hemos vivido en las últimas semanas. Algunas con indulto incluido. Empezaba así el artículo: 
"Torear sin toro: qué alegría, sobre todo para el torero, como ayer Espartaco en San Sebastián de los Reyes. Al público también le dio alegría, mucha, y pedía la oreja, dos -¡o-tra, o-tra!-, rabo -¡el-ra-bo, el-ra-bo!-, y la fiesta adquiría un alborozado ambiente de verbena, tal como les encanta a los taurinos que sea. Toro mutilado de pitones -según salieron todos ayer-, es medio toro, o cuarto. Toro que no soporta los tres puyazos en regla es cuarto y mitad. Toro que no soporta ninguno, está lejos de ser toro; quizá sea vaco.El segundo de Espartaco (de Marcos Núñez) recibió un picotacito y aún con eso se cayó una docena de veces; al primer toro de Espartaco -vaco- ni le hicieron sangre; ni gota. 
Al público le daba lo mismo; nadie protestó, excepto tres o cuatro aficionados, islitas insignificantes en medio del océano triunfalista que anegaba el tendido. Espartaco se despachó a gusto con el toro cuarto y mitad y con el vaco. A cada uno le dio 100 pases o 110 [...] El gentío estaba feliz con eso, a ratos entraba en delirio, y cuando vio morir al toro cuarto y mitad, alcanzó el paroxismo".


El País debería replantearse "copiar y pegar" las antiguas crónicas de Vidal. Sólo necesitan cambiar los nombres y tienen la reseña de muchos festejos del 2.011. 

1 comentario:

  1. Hasta el ganado de abasto en un recinto cerrado se le pone una puya.
    Enrique Perez.

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