En el número de Neewsweek de esta semana publican un artículo firmado por James Badcock , @jpfbadcock , titulado "Bullfighting gets party political at the movies" en el mismo se lee, por ejemplo:
"The beast may simply end up collapsing of its own accord as bullfight fans age and, in many cases, grow poorer as result of Spain's economic crisis which has seen unemployment top 25% and pension cut. Bullfighting is expensive, with breeders charging tens and even hundrerds of thousands of euros for provision of six pedigree fighting bulls, plus the feeds paid to matadors. Most bullfights have to be subsidised by local authorities, whose financial muscle has been seriously challenged by economic crisis. According to Interior Ministry figures, between 2007 and 2010 the number of bullfights held across Spain fell by 34-5%.
"Without subsidies, bullfighting would already be dead", says Sandro Zara."
Me imagino que James Badcock no se molestó ni por un momento en comprobar si los datos que le aportaba el activista antitaurinao, Sandro Zara, eran ciertos o no.
De todos modos no estaría de más que este estudio de Juan Medina le llegase a sus manos.
Tampoco vendría mal que en un próximo artículo se molestase en escuchar o leer argumentos a favor de la fiesta. Por si acaso, le enlazo a este artículo de un joven Chapu Apaolaza "Toros si" del que copio estas lineas:
Por el oficio divino de atropellar la razón, y la parte más primitiva del ser humano. Por los ancestros. Por aquella faena en la querencia, por los andares de Curro Vázquez, por el día que Antoñete me dio veinte duros, por todos los que se han ido al pitón contrario sin comprar el billete de vuelta. Por todos los que se vinieron arriba en banderillas, por aquél de Dolores muriendo en los medios, por los toros valientes y los toreros locos. Por las estocadas, los naturales, los derechazos. Por las volteretas, los torniquetes, por todos a los que la sangre valiente no se le fue por el agujero. Por las almohadillas y los pañuelos, por el cielo, el fracaso y las monedas tiradas al aire. Porque no hay vida sin muerte. Toros, sí.