miércoles, septiembre 17, 2014

Sobre José Escobar


En 1940, las cuatrocientas cabezas compradas a Graciliano -que habían permanecido cuatro años cerca de Ciempozuelos, en unas tierras alquiladas a la familia Esteban Hernández- emprendieron el viaje hacia el sur. Entonces, Santiago tenía dieciséis años y trabajaba con su padre, mayoral en casa de Sánchez Rico, donde el astuto José Escobar le convenció para que se trasladara a la marisma. Santiago hizo el viaje en tren con los animales, una novedad en la historia de la ganadería brava, después participó en el traslado a Salteras y, finalmente, en la última recta del periplo a pie. “Los ganaderos de la comarca -Pablo Romero, Concha y Sierra, Pérez de la Concha, Miura...- participaron enviando ochenta cabestros y decenas de jinetes... Separamos la manada en seis camadas y, dos días después, los gracilianos llegaron aquí”.

Desde los primeros años de su aventura, José Escobar encontró un hueco en las ferias. Impulsados por su etapa salmantina, los gracialianos de la marisma participaron en las tardes más bellas de Manolete -y a la inversa-, hasta el punto que, a menudo, éste los imponía, como en Pamplona o Valencia, para corridas triunfales. Algo que dio pie a una jugosa anécdota, cuando el ganadero, tan anglófilo, viajó a Londres para ofrecerle a Winston Churchill la cabeza disecada de uno de los toros lidiados por Manolete -concretamente el 23 de julio de 1944 en Valencia-, que tenía en la testuz una mancha blanca en forma de V dela victoria similar a la inmortalizada por el primer ministroinglés...

Tierras Taurinas - Opus 28 "Viaje a la Marisma"

2 comentarios:

  1. En algún lugar, en un rincón profundo de las bóvedas secretas y escondidas del número 10 del londinense Downing Street, debe ser una caja que contenía la apolillada cabeza disecada de un toro. Es todo lo que se queda de Perdigón, un animal criado por Antonio Escobar y toreado en julio de 1944 en Valencia por el hasta ahora más místico de los míticos matadores, Manuel Rodríguez Manolete. La cabeza fue enviada a Londres como un regalo personal a Winston Churchill con motivo del fin de la Segunda Guerra Mundial y por muchos años adornó la pared del estudio que el político britanico tenia en el jardín de su casa en Chartwell.
    En una carta a la madre de Manolete, escrito en octubre de 1947, Churchill no sólo expresa su pesar por la trágica muerto del torero, también escribe: “Tuve una gran emocion al recibir el noble trofeo de su hijo, una cabeza de toros superiormente muerte en el ruedo.”
    Pues, ¿que hizo tan especial el regalo de Manolete que se convirtió en un ‘trofeo noble’? Para entenderlo hay que remontarse a la finca de Antonio Escobar, hasta el 1940, año probable del nacimiento del Perdigón.

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