Andrés Verdeguer:
Toros de Alcurrucén, bien presentados. Encastados aunque en general masearon y tuvieron poco fondo. Los mejores 5º y, sobre todo, el 6º
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.Del primero al último, la de Alcurrucén fue un amplio abanico de matices, no tan rico como el que ofreció el mismo hierro hace una temporada, pero variado y, según transcurrió la tarde, a más
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Buena corrida, bien criada, con el trapío necesario para una plaza de primera categoría, si bien he echado en falta más igualdad en la edad, en la tablilla se ha anunciado desde el cinqueño largo hasta el cuatreño imberbe; también en las hechuras, con un segundo altiricón, montado y anovillado y un sexto que es un Toro de Madrid. Abantos de salida, cobardes en el caballo, ninguno empujó de verdad y complicados para la lidia, sobre todo en banderillas. El quinto, boyante y noblón en el último tercio, acusando sosería, se fue sin torear. Sexto más encastado, sin ser un guerrero espartano, tuvo interés. La nota más negativa es que todos terminaron viniendo a menos.
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Sobre la Actuación de Leandro Marcos:
. La faena tuvo temple y buen toreo por ambos pitones. Servidor se volvió a acordar del Leandro que se presentó de novillero en esta plaza y de sus naturales adelantando la pierna que carga la suerte. La memoria es así de caprichosa.
Leandro ofreció series importantes por ambos pitones, sí. Pero la faena no sostuvo su nivel, se vino a menos. Por el toro, también por la falta de concreción a la hora de rematar las series del de Pucela. La oreja tras una buena estocada, merecida.
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El torero vallisoletano Leandro, ha cuajado esta tarde en Valencia un toro de Alcurrucén sentando en los escritos que es un torero con nombre propio. Nada de mote. Y que su nombre hay que tenerlo en cuenta para las ferias de España pues estamos muy ayunos de toreros elegantes. Su sentido del temple, su oficio y su gusto han elevado a buena categoría la faena del sexto de la tarde que le valdrá para venderse y vender el buen toreo. Ya en el tercer toro demostró su buen estilo y corte elegante aunque con la espada no estuvo a la altura del interés despertado. Ese es el talón de Aquiles del castellano que necesariamente tendrá que mejorar.
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A Leandro hay que agradecerle que se dejara venir, hasta en tres ocasiones, al pavo de Alcurrucén al galope, dándole distancia y sitio, protagonizando los momentos más emotivos de la tarde. Templado con la derecha, sin demasiadas apreturas y poco mando, pues esperaba al toro con la muleta siempre retrasada, dejó pinturería, pases bellos y remates barrocos. Toreo bueno a medias, le faltó ganar el paso que sólo pueden dar los elegidos y que fue el que faltó para que la plaza se convirtiera en el manicomio de la calle Játiva. En la segunda mitad de faena, -¡tanto duran ya que tienen mitades, como el fútbol!- con el toro venido un poco a menos, el torero vallisoletano le puso más alma, se ajustó un poco con el burel e hizo adquirir mayor relieve a su faena. Manoletinas ajustadas para rematar más una estocada trasera y tendida, con uso del verduguillo, le hicieron pescar una oreja que debería valerle para abrirse paso.
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Me ha gustado la actuación de Leandro en el sexto de la tarde. Un toro bien armado de pitones. Tal vez el mejor presentado de todo lo que va de feria, que embistió con la cara alta y al que su matador supo cogerle la distancia después de una primera tanda, en la que le tocó los engaños. Acto seguido, se distanció del toro y le cuajó series con la derecha llevando la muleta a media altura porque el toro no humillaba. Con la izquierda resaltar una tanda de naturales lentos y llevando muy toreado al animal, para terminar con una serie de manoletinas. Estocada tendida. Aviso, descabello. Oreja que se me antoja la más merecida de lo que llevamos de feria. Ciertamente que cuenta con el borrón de hacer la faena algo larga.
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