_Miguel, ¿Qué tal Antonio?
_Bien, no ha pasado muy mala noche.
Seguimos hablando de toros, de ayer, de mañanas, de la injusticia en general y en particular, de repente Miguel, cambia el hilo para contarnos sus sensaciones cuando se disponía a apuntillar a Hibejón, el toro de Victorino Martín arrastrado en un giro de trescientos sesenta grados por el albero pamplonés sin su rabo, con perdón de la expresión.
“Yo era consciente que tenía el rabo en mis manos, si lo levanto se queda en dos orejas.” Se sonríe “si fallo me busco una ruina”, echa un trago del Payva,”el Victorino es muy falso, está tumbao, pero está esperandote que te acerques pa’ levantarse y arraerte”, nos mira, comprueba que atendemos fijamente, “tengo la puntilla en la mano, estoy frente a el” hace un gesto con las manos simulando dos pitones “clavo, el toro siente el acero, yo siento hueso, y en ese momento... ” con el gesto anterior hace un ademan hacia arriba, el toro hace por levantarse” es un segundo, pero tengo que decidir un paso atrás o insistir”, entre el bullicio del bar, se siente el silencio, acompaña las palabras con sus manos “aprieto un poco”, según lo dice aprieta los ojos, seguido relaja sus brazos, sonrie, toma un trago, lo tomamos todos, Hibejón ha muerto.
Joder con la facción de emeritense, estáiss metidos en la Fiesta hasta el tuétano. Pasais media vida en las dehesas señeras, se visten toreros en vuestras casas, tomáis vinos con los banderilleros... La Fiesta se hunde pero que os quiten lo bailao...
ResponderEliminarEnvidia, qué envidia
ResponderEliminarHere are some links that I believe will be interested
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