sábado, octubre 29, 2016

Ya nadie habla de toros en los bares

De aquellos días conservo intacta la imagen de Efrén Acosta devorando un cuarto de cordero asado, arrellanado en la silla del restaurante familiar, como si estuviese sobre su montura de piquero listo para saltar al ruedo, rebañando un hueso con una mano y con su inseparable bote de chiles picantes en la otra. Recuerdo de él su tez aceitunada que delataba su origen, y su cuerpo orondo y chaparro como un tonel. Se alojaba en el hostal Matute, como tantos otros, y solía acudir a almorzar acompañado de la cuadrilla de Víctor Mendes. Todos, incluso los no aficionados, le conocían; todos sabían quién era Efrén. Allí no había censuras ni recelos, nadie se cuestionaba que ese mexicano  era un bloque de honestidad. Y cuando contaba alguna de sus peripecias la parroquia del bar se agolpaba para escucharle. Se entreveraban las anécdotas y las preguntas curiosas con las cañas de cerveza y las raciones de bravas, sin juzgar si estaba bien o mal lo que ese hombre contaba. Todo era espontáneo, nada forzado. 
Una tarde Efrén no paró de evocar recuerdos suntuosos de sus logros como picador. Venía de triunfar en Valencia con Zotoluco, quien le brindó el toro que él mismo había picado, y tan a gusto se encontraba en la sobremesa que rememoró esos grandes momentos suyos, de cuando iba en la cuadrilla de Armillita, de lo mucho que lo idolatró, de aquella vez en México cuando cobró cuatro varas y fue obligado a dar la vuelta al ruedo sin descabalgar del jaco… Tampoco sabíamos que las dos entradas que nos ofreció entonces eran para la tarde de los victorinos en la Feria de Otoño, la que a la postre supuso que Efrén Acosta descollase como el mejor picador de ese año (de aquella tarde Joaquín Vidal escribió que la actuación del picador mexicano “fue de las que hacen época. Los tres puyazos que tiró, tendiendo la vara en el momento del embroque, aguantando de frente la acometida según establece la tauromaquia, causaron un inusual alboroto. El público en pie correspondía con sus ovaciones a una lección de toreo puro que para muchos era desconocido. Y, sin embargo, así se pica”). "


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