Corrida
seria y excelentemente presentada, de buen juego en general, con
algunos de más bravura, como el primero, y otros tirando a mansos,
interesantes, con chispa, nobles, pero sin ser la tonta del bote. De
los seis, cuatro fueron despedidos con aplausos, uno de ellos con
ovación, y eso debe de haber sido una gran alegría para los
ganaderos, que en su última comparecencia en Las Ventas, hace por
ahora siete años, vieron cómo uno tras otro se les iban a los
dominios de Florito en
una exasperante ensalada de debilidad y caídas. Buena corrida la de
Fernando Peña, pues. Podemos decir, como me apunta mi veterinario de
guardia, que ésta es, junto a la de Guadaira,
la mejor de todas las novilladas que llevamos este año en Las
Ventas. Queda, no obstante, una pena para Peña (permítaseme, por
Dios)y esa es que en ningún caso los pupilos que ha soltado en Las
Ventas ha sido la tonta del bote, todos los novillos han tenido su
personalidad cambiante, sus cosas inteligentes, su cosita que torear.
No han sido los carretones que se demandan y, sin ser fieras
corrupias, ahí han dejado su «¡aquí estoy yo!» y eso creo que en
estos tiempos que corren es como si dijésemos una condena al
ostracismo y al olvido, pues bien sabido es que la moderna
sensibilidad taurómaca lo que pide es la bobería suma, la tontuna
galopante, la falta de ideas y la memez por bandera, y si no que se
lo digan a los que dan los “premios” de la Feria del Toro o a los
de San Isidro; por ello que no parece que la variada y entretenida
corrida que ayer echaron en Madrid, sin atisbo de blandenguería, les
vaya a servir para que se les tenga en cuenta.
José
Ramón Márquez en Salmonetes ya no nos quedan
No hay comentarios:
Publicar un comentario