“Ellos nos acusan de que destrozamos los toros, los aficionados que si no picamos o que simulamos la suerte, pero, ¿qué se puede hacer ante un animal que no aguanta ni un puyazo? Ellos saben que los toros que crían no valen para hacer una suerte de varas como es debido. La peste del toro es que no hay bravura, pero siempre se echa la culpa al picador”.
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