viernes, abril 22, 2016

«¡Pero si va desnudo!»

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.
Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.
Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salio con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.
Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:
«¡Pero si va desnudo!»
La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.


Es muy interesante la aportación de Alejandro Talavante para crear una imagen de marca contemporánea y sacar en este aspecto, desde su pequeña aportación, a la Tauromaquia de la caverna publicitaria en la que se encuentra. Nada que objetar en ese aspecto, lo que ocurre, lo que nadie le dice, no sólo a Talavante, sino a todos los autoproclamados figuras del toreo actual, es que están desnudos, que toda la grandeza que tratan de vender queda reducida al ridículo de su propia desnudez cuando se analiza las ganaderías que eligen a lo largo no sólo de una temporada sino de su propia trayectoria, no se trata que como hecho aislado me anuncie con 6 victorinos, se trata de un continuo, de un constante variar de ganaderías entre las mas demandadas por los aficionados, pero es que amigos eso sería vestirse de Torero, y nuestros emperadores del toreo van desnudos.

2 comentarios:

  1. Excelente, enhorabuena por u blog

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  2. El vestido, que no traje de torear, no está ahí para tapar. El vestido de torear es un ornamento simbólico, un ornamento ceremonial. Por eso combina oro y seda. Porque el torero, digamoslo de una vez, no es propiamente un hombre, ni una mujer. Todo torero, "conformado" por su vestido ceremonial, tenga el sexo que tenga, es un androgino y por eso representa al ser humano en su cionjunto. A todos los seres humanos. Al contrario de lo que se piensa, el valor, la toreria, la verguenza torera, (tan escasa estos dias), en la tauromaquia, no son virtudes masculinas. El torero macho no ha existido nunca. El componente femenino del torero, con su vestido de torear, su capote-falda y sus andares y maneras cadenciosas, es indiscutible. Desnudando al torero, lo secularizamos y convertimos la arrebatadora y bellisima ceremonia de la corrida en una vulgaridad realista. Privamos a esta apasionada metáfora de la existencia, de su dimensión mágica, para convertirla en un vulgar deporte.¡Tiempos barbaros estos que vivimos!.JUANSINTIERRA

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